martes, 22 de enero de 2013

La rabia punk y la lucha feminista de las Pussy Riot sacuden Sundance





Las tres integrantes del grupo ruso Pussy Riot, dos de ellas en prisión por criticar al presidente Vladimir Putin durante una misa en 2012 en Moscú, han sacudido Sundance con una película que rememora la creación del grupo y su pesadilla judicial.

"Pussy Riot - Una Misa Punk", realizada por Mike Lerner y Maxim Pozdorovkin, es una de las cintas que compiten en el festival estadounidense de cine independiente Sundance, que cerrará sus puertas el próximo domingo en Park City, en el estado de Utah (oeste).

Las Pussy Riot fueron protagonistas del 2012 por el escándalo que provocó su irrupción en la catedral moscovita del Cristo Salvador, donde cantaron una "misa punk" en contra del actual presidente de Rusia, Vladimir Putin.

Aunque su actuación no duró más de 40 segundos, el arresto de Ekaterina Samutsevitch, de 30 años, Maria Alejina, de 24, y Nadejda Tolokonnikova, de 23, y su posterior condena conmovieron a Occidente y a una parte de la población rusa.

La canciller alemana, Angela Merkel, defendió su causa ante Putin y cantantes como Madonna, Paul McCartney o la banda Red Hot Chili Peppers han manifestado públicamente su apoyo a las artistas.

"Estaba muy interesado por esta historia donde se mezclan el extremismo religioso, la política y el mundo del arte. Cuenta lo que la sociedad está preparada para aceptar", declaró a la AFP Maxim Pozdorovkin.

Usando imágenes propias del proceso judicial, así como imágenes de archivo del propio grupo -que filmaba sus intervenciones y preparativos-, los cineastas relatan la creación y los hechos más relevantes de la vida de "este colectivo feminista", nacido en marzo de 2012, fecha que coincidió con la elección de Putin como presidente de Rusia para un tercer mandato.

"Su problema no es Putin en sí. Para ellas, él simboliza todo un sistema de gobierno, juego sucio y patriotismo", explicó Pozdorovkin. "Su objetivo es mucho más amplio, quieren una revolución feminista en la sociedad", agregó. "La gente piensa que las Pussy Riot son un grupo. Pero son un colectivo feminista anónimo, sin líder ni estructura organizada", contó el realizador. "Fundamentalmente, su idea es provocar una respuesta. Al día siguiente (de una de sus actuaciones) cuelgan el video en YouTube, con su música, e inician un debate", asegura.

La película rememora las primeras actuaciones de este colectivo, una en un salón de belleza para protestar en contra de la imagen de la mujer, y otra en la Plaza Roja de Moscú, para reafirmar su compromiso político, antes de su aparición en la catedral del Cristo Salvador.

Tras el juicio, que fue retransmitido día a día, las integrantes del grupo fueron condenadas a dos años de cárcel, pero Ekaterina Samutsevitch fue puesta en libertad.

"La historia fue muy impactante en Rusia, como una telenovela, todo el mundo hablaba del tema. Pero en conjunto, la mayoría de rusos están en contra de lo que hicieron y piensan que probablemente tienen lo que se merecen", apuntó Pozdorovkin.

Para él, las Pussy Riot son ante todo artistas de performance -artistas que combinan diferentes formas de expresión, pretenden provocar, actúan con espontaneidad e improvisación-, por lo que deberían ser tratadas como tales.

"Uno de los motivos de este escándalo, además del aspecto religioso de la historia, es que Rusia no tuvo nunca su época de punk-rock, nunca tuvo su año 1977 ni sus Sex Pistols (grupo británico a quien se la atribuye el nacimiento del movimiento punk en Reino Unido). Y (el país) no conoce lo que es el arte de la perfomance", subrayó.

Pero la "represión" de las Pussy Riot también es política.

"La historia es similar a la de otros movimientos revolucionarios del mundo", señaló Pozdorovkin. "Si miramos a los 'Occupy' de Estados Unidos, ellos fueron tolerados por el gobierno durante un tiempo, pero luego fueron reprimidos cuando al final las autoridades tomaron por las grandes empresas", explicó. En Rusia, lo que sucedió es que "el gobierno se puso del lado de los extremistas", sentenció Pozdorovkin.

AFP

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