viernes, 25 de enero de 2013

Alejandro Sanz, gran triunfador de los Premios 40 Principales



Cada rama del entretenimiento en España organiza anualmente una gran fiesta. Es un acto de autoafirmación y una demostración de poderío. En la música, con la industria discográfica de capa caída desde hace tanto tiempo que ya no queda casi nadie que recuerde tiempos mejores (ayer se hizo público que las ventas de discos cayeron en 2012 otro 5%), la gala de los Premios 40 Principales Ballantines ocupa ese lugar. Es la noche en la que el Olimpo, con sus dioses, sus semidioses y sus acólitos baja a la tierra a saludar a sus fieles. Tantos había en el Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid que el obligatorio paso por la alfombra roja fue casi tan largo como la gala.

Unos 10.000 espectadores fueron testigos de la entrega de los premios concedidos por el público de la más importante radio fórmula en español. Los 40 Principales es "la emisora de los éxitos", dijo el presentador de esta séptima edición, Toni Aguilar. Alejandro Sanz fue el gran ganador en esta edición. Se llevó tres trofeos, los correspondientes a mejor álbum por La música no se toca; mejor videoclip por No me compares y un premio especial a mejor artista español del siglo XXI. El madrileño, que en diciembre cumplió 44 años, es el Julio Iglesias de su generación. Como su predecesor, Sanz es un artista que se mueve con soltura en la canción melódica y que tiene enganche con un público familiar, lo que significa ser capaz de aunar entre sus millones de oyentes a tres generaciones. Pero en lo que ha seguido casi al pie de la letra el modelo Iglesias es en utilizar Miami como trampolín para conquistar el mercado latinoamericano, porque lo que separa a los titanes comerciales de los benjamines es su posición al otro lado del Atlántico.

Las cifras con las que se ilustraron las razones para merecer el trofeo eran indiscutibles. En especial una, 22 millones de discos vendidos. Todo ha girado en torno a él. Interpretó Mi marciana acompañado por China Lin, Bebe y Leyre de La oreja de Van Gogh; le entregó uno de los premios el futbolista Sergio Ramos, y él a su vez le dio a Alicia Keys el de mejor artista y compositora estadounidense de la última década. Juntos interpretaron Looking for paradise, como si fueran Julio Iglesias y Barbra Streisand. Sanz incluso dio el relevo a Pablo Alborán, dedicándole uno de los premios, "porque estoy muy orgulloso de que aparezcan artistas así en España".

Pablo Alborán, se hizo con dos premios: mejor artista nacional y mejor canción, por Te he echado de menos. El malagueño de 23 años se ha convertido en el chico de oro del pop español. El 1 de febrero se cumplirán 24 meses desde que su debut llegó a las tiendas y en 2012 ha colocado tres discos suyos entre los cinco más vendidos. Eso hace de él el músico más vendedor en España del año pasado, dejando en tercera posición a Alejandro Sanz, y en cuarta al fenómeno internacional de Adele, que se hizo con el galardón correspondiente a mejor canción internacional por Someone like you.

Ella no ha estado en la ceremonia, a la que en cambio sí asistió Taylor Swift, premio a mejor artista en lengua no española. Abrían y cerraban las actuaciones dos fenómenos internacionales tan indiscutibles como inesperados. El primero en subir al escenario con sus bailarinas exuberantes, y un volumen de discoteca al aire libre que se mantuvo toda la noche fue Pitbull, es decir, Armando Christian Pérez, nacido en Miami, en 1981, de ascendencia cubana y que recibió el premio al artista y productor más influyente del mundo latino. Si influyente se usa como sinónimo de omnipresente, no hay duda de lo justo del premio. Diez años hace ya de sus gateos en una industria en la que, paso a paso, se ha convertido en el nombre imprescindible para colaborar en los discos de cualquier vocalista que quiera darse prestancia en la música comercial en lengua española.

Una vida paralela a la del francés David Guetta, encargado de cerrar la fiesta pasada la medianoche. Hace no tanto, Guetta era simplemente el anfitrión de una popular fiesta de house en Ibiza. Nada indicaba que él sería el responsable de convertir la música de baile en algo tan popular como el pop y que abriría el mercado de Estados Unidos a este género; el público de aquel país resultaba tan impermeable a la electrónica que ya se había dado por perdido. El parisiense de 45 años recibió, con su perenne sonrisa, el premio a mejor álbum en lengua no española por Nothing but the beat 2.0.

Actuaron otros premiados: los debutantes Auryn, trofeo a artista revelación en lengua española (One Direction, el modelo en el que se mira esta incipiente creación industrial se llevó el mismo trofeo pero en su versión internacional). Pasarían también La Oreja de Van Gogh, ya unos veteranos, a los que se otorgó el premio a mejor festival, gira o concierto.

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