Más de 58.000 personas bailaron en el estadio River Plate de Buenos Aires al ritmo de los grandes éxitos de la banda californiana de funk rock Red Hot Chili Peppers, que alternó temas clásicos con sus más recientes creaciones extraídas de "I'm with you", su último álbum.
Red Hot Chili Peppers se reencontró este domingo con el público argentino, tras nueve años de ausencia. Su última visita se remonta a 2002, cuando la crisis asolaba el país sudamericano y la banda no dudó en disminuir sus ingresos para poder tocar cuando los conciertos de artistas internacionales escaseaban en Argentina.
Pero no regresaron los mismos de entonces. Anthony Kiedis (voz), Flea (bajo) y Chad Smith (batería) estuvieron acompañados esta vez por Josh Klinghoffer, guitarrista que ha ocupado el lugar de John Frusciante, mítico miembro de la banda que decidió abandonarla (por segunda y definitiva vez) en 2009.
Tres fueron los grupos invitados como teloneros de Red Hot Chili Peppers, dos argentinos (Jauría y Massacre) y uno británico (Foals). Tras ellos, cinco minutos después de las 21.00 hora local, la banda californiana saltó al escenario para iniciar el espectáculo con "Monarchy of roses", un potente tema del álbum "I'm with you".
Durante casi dos horas que duró el concierto, Kiedis desgranó los versos de una veintena de canciones entre las que se estaban clásicos como "Californication", "Under the Bridge", "By the way" y "Otherside".
Sonó también su versión funk del "Higher ground" de Stevie Wonder, además de "Right on time", "Parallel universe" y "Blood sugar sex magik", perla que dio nombre al disco que les lanzó al estrellato hace veinte años.
De su último disco tocaron "Factory of faith", "Look around", "Dance, dance, dance" y el primer sencillo de lanzamiento, "Adventures of raindance Maggie".
La canción "Give it away" cerró la noche y elevó la atmósfera festiva del estadio al máximo, con una multitud enfervorecida que coreaba el estribillo mientras Flea y Klinghoffer se retaban improvisando con sus instrumentos.
Red Hot Chili Peppers dejó claro así que no ha perdido fuerza, pese a la evolución de su música, mucho más melódica ahora que en sus inicios, cuando se dejaba la piel haciendo funk metal.
Mientras Kiedis danzaba frenéticamente, Smith demostraba que el tiempo no ha mermado su intensidad con la batería.
Flea deleitó, por su parte, al público con el bajo e incluso se lanzó con el castellano al relatar su paseo matutino por el tradicional mercado al aire libre del barrio porteño de San Telmo.
A Klinghoffer le tocó demostrar que es un digno sucesor del mítico Frusciante, y cumplió al interpretar los temas de su antecesor, amigo y compañero musical, ya que ambos formaron desde 2000 a 2004 el dúo de rock experimental Ataxia.
La actuación de la banda californiana era clave también por el lugar donde se iba a realizar. El estadio de River Plate ha presentado numerosos problemas por el ruido de los recitales y los daños estructurales que producían varios miles de personas saltando a la vez, y Red Hot Chili Peppers no iban a dar un concierto precisamente tranquilo.
La solución fue bajar el volumen y cubrir la pista con paneles de goma que absorben las vibraciones que hacen tal cantidad de personas al enzarzarse en un descomunal "pogo" (baile en el que los espectadores saltan y chocan entre sí).
Red Hot Chili Peppers inauguró así el festival Pepsi Music 2011 -que incluirá conciertos de Katy Perry, Primal Scream y Snow Patrol, entre otros- y, al terminar, pusieron rumbo a Brasil donde cerrarán su gira latinoamericana, que ya pasó por Costa Rica, Colombia, Perú y Chile. En octubre iniciará el tour europeo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario