La gran expectativa que se generó por el regreso de Óscar Mario a un escenario cruceño después de seis años de ausencia, tuvo una respuesta tibia por su show.
Más alto, desgarbado y con la pinta de un mimo estrafalario, Bonny Lovy saltó al escenario entre una pista electrónica y un elenco de jóvenes bailarines.
El público no era el mismo que dejó el núcleo empresarial de artistas de Cainco que reunieron a una aceptable cantidad, ya que un par de jovencitas aventureras (Taly y Kaly) espantaron a los presentes con una interpretación discreta.
Bonny Lovy despachó sus primeros trabajos desde que era un Unitoons en versión remix y luego propuso Reina de París y Hola que tal, donde dejó en evidencia la debilidad de su voz y su necesidad de apoyarse en el playback.
En determinado momento la pista sobre la que estaba cantando sufrió un desperfecto que lo puso nervioso. Incluso intentó sabotear su propia presentación pidiendo un abucheo para los técnicos.
Lovy debe un mejor show a su público que celebra su internacionalización.
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