domingo, 18 de septiembre de 2011

Marcelo Pretto y el paisanaje Brasil en el Festijazz

Marcelo Pretto, acompaña-do por el guitarrista y también cantante Swami Junior presentó en la Casa de la Cultura un programa de canciones que recorre el paisaje brasileño.
El espectáculo de Pretto con-tiene varios elementos: canta con una voz afinada y con timbres apacibles que recuerdan un poco el canto hondamente poético y persuasivo del gran João Gilberto. Con esa misma voz, nuestro visitante profiere sonidos extremadamente bajos con los que imita algún instrumento de percusión y también reproduce expresiones y frases onomatopéyicas que ciertamente nos trasla-dan a los negros y rituales orígenes de la música popular brasileña. Ensaya también Pretto, mientras canta, algún novedoso intento de golpearse el cuerpo con sus manos, con ritmos propios de la samba y la bossa nova.
El uso de la voz humana con so-nidos inusuales por lo grave o lo agudo de su entonación, así como reproduciendo cualquier otro tipo de sonoridad con propósitos rítmicos es un modo de “cantar” que ha desarrollado con increíble virtuosismo y enorme éxito de público Bobby McFerrin. Es imposible no recordarlo al escuchar a Pretto y también es inevitable notar que el brasileño no alcanza ni a hilvanar con acierto esos recursos en su discurso musical, ni a desarrollarlos con el virtuosismo del que tenemos referencia.
Entre canciones, Pretto habla y mucho. Muestra la personalidad informal de un ameno paisano y se dirige al público con chistes y paternalismos que convencen a algunos, pero que a otros pueden resultarles insustanciales.
Es fácil provocar la risa y el asombro del público inexperto y así conseguir su aplauso. Una su-til diferencia distingue al artista del “showman”; es la misma que separa al humor del chiste, al po-ema del cantinfleo y a la orquesta de la murga.
Unos regalan exquisitos estímulos intelectuales y emocionales, mientras que los otros solo salpican frivolidad a un público fácil de contentar y ávido de distracción. Pretto tiene un pie a cada lado de esa línea.

LA ORGANIZACIÓN

El Festijazz tiene lugar gracias a la colaboración de mucha gente en su organización. Esto es agradecido por todos. Sin embargo, hay que hacer notar a estas amables perso-nas que a pesar de que el jazz tiene su escenario natural en la informalidad de los alco-holes y el bullicio de un boli-che, cuando se lo traslada a una sala de conciertos, hay que observar algunas normas. No es aceptable que los conciertos comiencen 45 minutos tarde. El acceso al teatro no puede franquearse veinte minutos después de la hora señalada para el con-cierto. Durante la interpreta-ción de la música, no pueden entrar y salir el público, los fotógrafos ni los organizado-res, que en lugar de poner orden, se movieron sin cesar. Organizar es también hacer conocer y exigir estas reglas elementales a quienes cola-boran y participan
La Casa de la Cultura, última responsable, debe conceder el uso de sus salas, bajo normas que consten en un reglamento, sean aceptadas por el concesionario y garanticen su uso adecuado.

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