Si hace unos años, con Isabel Pantoja, el Gran Teatro del Liceo de la ciudad nororiental española de Barcelona, se convirtió por una noche
en el templo de la copla, ayer el coso barcelonés ha sido el escenario en el que Julio Iglesias ha podido convertir en realidad un viejo sueño y, ante un público entregado, desgranar parte de su repertorio.
El cantante español más internacional, tras más de 40 años de carrera, ha debutado en un lugar que ha calificado de "sagrado", e incluso se ha permitido, con un corazón tan blanco como el suyo, desear que el Barça (el equipo de fútbol barcelonés) gane sus próximos compromisos internacionales y preguntar por Xavi y por Piqué, dos de sus jugadores, entre gritos y aplausos de aprobación.
Después de diez años de ausencia de la ciudad condal, Iglesias ha recalado hoy en un Liceo, igual que hará el domingo, con todas las entradas vendidas, para interpretar algunos de los grandes éxitos de su dilatada carrera, dentro de la nueva etapa de su gira mundial "Starry Night", que comenzó en enero del año pasado en Punta del Este (Uruguay).
Faltaba una hora para empezar la audición y, mientras en la cercana plaza de Cataluña, en el corazón de Barcelona, miles de "indignados" ocupaban el espacio, frente al Liceo, sin prisas y sin pausas, iban llegando muchas personas, algunas con sus mejores galas, para escuchar al artista latino que más discos ha vendido.
Sólo pasaba un minuto de las nueve de la noche, cuando se han apagado las luces, han aparecido media docena de músicos en el escenario y al unísono han sonado acordes y aplausos.
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