Según
apunta el periódico argentino Página/12, Carlos Gardel habría logrado
que sus prontuarios fueran destruidos por orden del presidente Marcelo
T. de Alvear. Sin embargo, dos habrían sobrevivido: uno de 1904, cuando
huyó del hogar, y el que se conoce en la actualidad, de 1915.
Los
expertos Raúl Torre y Juan José Fenoglio compararon las huellas
digitales en ambos documentos con uno posterior, de 1923, y un análisis
arrojó que se trata de la misma persona.
El cuento del tío a comienzos del siglo XX
De
acuerdo con el matutino, la modalidad de estafa del "cuento del tío"
era bastante habitual en la época. Implicaba que una persona se dirigía a
un bar durante varias semanas y mostraba que había recibido una
herencia multimillonaria de un familiar, un tío, por ejemplo, en algún
punto alejado de la Argentina, pero que no tenía dinero para pagar el
pasaje.
Se
firmaba una especie de acuerdo que estipulaba que el estafador cedería
parte de su herencia, mientras que el estafado pagaba el viaje, el
alojamiento y, a veces, los gastos de abogado. En la actualidad, la
cifra oscilaría entre los US$ 400 y los 1.200.
Inclusive,
en algunos casos, el estafador contaba con un cómplice que fingía
competir con él por la herencia. Una vez logrado el cometido, tanto uno
como otro desaparecía.
El prontuario
Según
explica Torre, los antecedentes de Gardel como estafador le traían
problemas a la leyenda del tango y por ese motivo su identidad es aún un
misterio y está plagada de mentiras. Al respecto, el experto apuntó:
"Tanto cambio de identidad me hace pensar en lo mucho que pesó aquel
prontuario de estafador".
En
1904 Carlos Gardel es Carlos Gardez, nacido en Toulouse, Francia, hijo
de Berta Gardez. Es probable que, al anotarlo, el policía haya
confundido la "z" final del apellido por una "s", ya que "Gardés" era el
verdadero apellido de su madre.
En
1915 es Carlos Gardel, hijo de Carlos Gardel (una persona inexistente) y
Berta Gardel (su apellido era Gardés), nacido en La Plata (cuando en
realidad su ciudad originaria era Toulouse).
El
8 de octubre de 1923 el cantante debió sacar su pasaporte para poder
viajar en el marco de una gira al exterior. Para obtener la
documentación, Gardel se dirigió al consulado uruguayo, donde dijo haber
nacido en Tacuarembó en 1887, hijo de Carlos y Berta Gardel.
En
su testamento, redactado en 1933, Gardel afirmó "soy francés, nacido en
Toulouse el 11 de diciembre de 1890 y soy hijo de Berthe Gardés. Hago
constatar expresamente que mi verdadero nombre y apellido son Carlos
Romualdo Gardel".
La destrucción del prontuario
El
prontuario del cantante habría sido destruido por la Policía Federal
tras un pedido del presidente Marcelo T. de Alvear, en 1922. Se solicitó
a la Policía Bonaerense que hiciera lo propio, "pero se ve que se quedó
con una copia", señala Torre.
Según
explica el experto, "La poetisa de tangos e investigadora Martina
Iñíguez encontró hace pocos días una copia del prontuario de 1915,
constituido para que Gardel sacara la cédula de identidad. Todos los
rastros de esos antecedentes estaban perdidos y ahora aparecieron.
La
Bonaerense le preguntó a la Federal si el cantante tenía algún
historial nefasto y el 18 de agosto de ese año la Policía de Buenos
Aires (así se llamaba en ese entonces) contesta en la última página que
Gardel es "conocido con el apodo del Pibe Carlitos y sindicado como
estafador por medio del cuento del tío".
Posible cómplice
Las
primeras canciones de Gardel fueron escritas por Andrés Cepeda, apodado
"el poeta de la prisión". Pasó varios años preso y finalmente murió en
una pelea de guapos en el bajo porteño.
Además,
según descubrió Torre, en sus prontuarios figura como estafador bajo la
misma modalidad, por lo que una hipótesis posible es que hubiera
operado junto a Gardel, luego de que ambos se conocieran en prisión o en
una comisaría.
Tres documentos, la misma persona
Torre
y Fenoglio compararon las huellas dactilares de la fuga del hogar en
1904, el prontuario de 1915 y el pasaporte de 1923, en los que aparece
un hombre de distinta edad, nacionalidad y filiación.
Para comparar los rastros se utilizó el
sistema AFIS (Sistema de Identificación de Huellas Dactilares), un
software que las convierte en figuras tridimensionales para hacer el
cotejo.
De acuerdo con los resultados del programa, entre las huellas de los documentos comparados por Torre y Fenoglio hay total correspondencia.
Los investigadores complementaron el análisis con un cotejo manual, en el cual pudieron identificar 18 puntos característicos en todas las huellas. En términos de jurisprudencia, sólo hacen falta 12 coincidencias para considerarse una identidad incuestionable.
La comparación entre las firmas de los prontuarios con el testamento de 1933 también arroja resultados positivos
No hay comentarios:
Publicar un comentario