Los cantantes españoles Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina enfilan la recta final de su gira "Dos pájaros contraatacan" con la misma magia con la que la comenzaron, resultado de esa "voz de terciopelo" del primero y "de lija" del segundo, según dijeron ayer.
Se presentan hoy en Quito, para después saltar a Perú, Chile y terminar el 15 de diciembre en Argentina, el mismo sitio de donde partieron el pasado marzo.
Han llenado estadios, coliseos y auditorios en México, Estados Unidos, República Dominicana, Costa Rica, Colombia y España, con su segunda gira conjunta, cinco años después de "Dos pájaros de un tiro".
UN TRACTOR Parte del encanto es lo heterogéneo del dúo, y no sólo por la voz. Sabina, "espontáneo, caótico y brillante", como lo definió Serrat hoy en una rueda de prensa, y Serrat, "absolutamente ejemplar, un tractor" a la hora de componer, como dijo Sabina.
De alguna forma estos dos pájaros se entendieron a la hora de crear a cuatro manos los temas inéditos de "La orquesta del Titánic", el “disco motivo” de la gira.
"Bastaba con conseguir que (Sabina) estuviera allí a las once y que hubiera cerveza", rememoró Serrat, y de hecho, Sabina logró apurar dos cervezas durante la media hora de rueda de prensa.
Serrat describió el proceso de componer en conjunto como un "tirar del hilo" para deshacer el ovillo, mientras que Sabina lo consideró "una especie de ping pong" y confesó que algunos temas terminaron en la basura, incluido un rap "de mil quinientos folios".
"La orquesta del Titánic" refiere a la actitud de los músicos "que en plena tragedia cumplen su trabajo, siguen tocando", evocó Serrat, serio, pero le interrumpió Sabina, burlón, "y sino que el fin del mundo nos pille bailando".
El catalán también se quejó de la crisis económica, causada a su juicio por el sistema financiero, pero que pagan todos los ciudadanos, "sin que los responsables directos aparezcan jamás", por lo que consideró que también entraña una crisis de valores y de la clase dirigente.
CASCARRABIAS "Es que la clase dirigente en Europa no dirige nada", le interrumpió Sabina. "Déjame acabar, hombre", le replicó Serrat, como en un diálogo de viejos cascarrabias.
Mientras daban su rueda de prensa en un hotel de Quito, a la puerta un centenar de indígenas ataviados con coronas de plumas y lanzas de madera protestaban contra la apertura de nuevas explotaciones petroleras en la Amazonia.
"He estado a punto de bajar y manifestarme con ellos", dijo Sabina, mientras que Serrat abogó por el "equilibrio" entre la conservación del ambiente y la explotación de los recursos.
Ambos defendieron su vocación de ir contra corriente, incluso en ocasiones "ir contra la gente, porque la gente quiere oír Mediterráneo todo el tiempo", dijo Sabina, en referencia al célebre tema de Serrat.
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