El hincha de un equipo de fútbol es igual que el fan de una banda de rock. No importa lo que pase, siempre estará ahí, en las buenas y en las malas. El concierto de Sepultura, la noche del sábado en La Paz, fue sólo para fans.
En su segunda visita a Bolivia, en el marco de la gira promocional del disco Kairos, la leyenda del trash metal ofreció, en el coliseo del colegio Don Bosco, una veintena de canciones en hora y media de concierto que empezó a las 23:00, tras la presentación de los teloneros locales Nación y Hostil.
El grupo, que nació en Brasil hace 28 años, aún recuerda su debut en Bolivia, en marzo de 2005. “Creo que fue el único concierto en la vida de Sepultura en el que no nos pagaron. La productora desapareció con la plata; al margen de eso, tenemos muy buenos recuerdos de Bolivia”, dijo Andreas Kisser, el único sobreviviente de la antigua conformación, en la conferencia de prensa previa.
Con la introducción del tema Arise, Sepultura empezó el show en el que combinaron sus grandes clásicos con canciones de su criticada nueva producción: Beneath the Remains, Refuse/Resist, Kairos, Relentless, Dead Embryonic Cells, y Just One Fix, un cover en homenaje a Ministry.
Fue evidente que los poco más de 2.500 espectadores estuvieron divididos no sólo por el aspecto generacional, pues si bien es cierto que la gran mayoría prefiere a la ya lejana etapa cumbre de Sepultura -esa de canciones memorables como Territory, Inner Self, Arise, Ratamahatta y Roots Bloody Roots, que se escucharon en el epílogo del concierto- también hay quienes disfrutan de la nueva propuesta.
En fin, como queda evidenciado, fue un concierto apto sólo para fanáticos de Sepultura y de este género del rock, quienes tendrán una próxima cita el 11 de diciembre cuando llegue a La Paz Moonspell, un emblema del metal gótico.
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