A un paso del festejo que permite dejar atrás el pasado e iniciar un nuevo año, los tarijeños buscan alternativas para brindar con sus seres queridos en los últimos minutos del 2018 y, quizás, recibir los primeros rayos del 2019, por lo que las fiestas de música electrónica son una opción que incrementa su demanda año a año.
El DJ Marcel Soux explicó que esta corriente se generó entre los años 60 y 70 y se fue desarrollando hasta la actualidad, aunque en Bolivia no fue muy popular. Sin embargo, los últimos años se comercializó producciones de esta línea y como consecuencia a la alta demanda emergieron artistas. “La diferencia que veo en las propuestas electrónicas es la libertad que poseen las personas ahora, como bailar solo, disfrutar y permitirse entrar en trance, porque la música también tiene una conexión con lo físico”, sostuvo.
El cuerpo de cada persona genera ciertos químicos que activan sentimientos y sensaciones al exponerse durante un tiempo determinado a frecuencias sonoras y patrones repetitivos. Después de 45 minutos que uno escucha este tipo de patrones, el cerebro segrega endorfinas de manera natural. Su consecuencia: mayor sensibilidad visual, sonora y, para muchos, mayor conexión espiritual.
“Es por eso que en una fiesta electrónica te empiezas a sentir más libre para poder compartir ese tipo de sensaciones en público, si así se podría decir. Es una forma diferente de pasarla bien y por eso ahora las personas están entendiendo un poco más el contexto de la electrónica”, argumentó.
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