Muy pronto iniciará la segunda temporada de conciertos de la Orquesta Sinfónica de Oruro, en homenaje a una generación histórica, como son los caídos en la Guerra del Chaco, quienes ofrendaron su vida por la defensa del territorio patrio.
Esta actividad aún no cuenta con una fecha, pero la expectativa generada en el público por esta presentación es un buen antecedente que permite a los artistas impulsar la actividad.
A mediados de 1932, comenzaba uno de los mayores conflictos bélicos de nuestro continente, protagonizado por dos países pobres, Bolivia y Paraguay, que se enfrentaron por la supuesta riqueza petrolífera del subsuelo chaqueño.
Durante tres años, bolivianos y paraguayos mezclaron valor y ferocidad en una lucha que tenía mucho de arcaico y otro tanto de tecnología bélica del siglo XX, para lograr sólo estériles resultados, sacrificando más de 90 mil vidas, en ambos bandos.
La música fue un elemento determinante desde el inicio de la Guerra del Chaco, donde las bandas del Ejército cumplieron su labor como eje fundamental para mantener la moral en alto de los combatientes, despertando el fervor patriótico.
Los soldados se distraían con melodías ejecutadas en su instante de descanso por ejemplo, las marchas: "Pabellón Tricolor Boliviano" de Adrián Patiño, la "Cruz de Hierro" de autor extranjero, los boleros de caballería "Despedida de Tarija" y "Terremoto de Sipe Sipe" de Albornoz, las marchas de Francisco Suárez "Talacocha", "Tiahuanacu", "Ayacucho", han quedado como símbolos y testimonios de la Guerra del Chaco.
Pero también jugaron un rol importante los hombres de la música criollo-mestiza, por ejemplo Miguel Ángel Valda, José Lavadenz, Adrián Patiño y el conocido Simeón Roncal.
Así también se compusieron cuecas, por ejemplo "Destacamento Chuquisaca" de Miguel Ángel Valda, o "Infierno Verde" con letra del poeta Octavio Campero Echazú y otra que se popularizó como "Destacamento 111" fue interpretada bajo el título de "Cueca Histórica".
Estos temas sirvieron de despedida del destacamento de soldados chuquisaqueños y orureños, entre ciudadanos que quisieron cumplir con su labor patriótica al igual que profesionales de ingeniería.
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