Desde su casa, en Las Vegas, ciudad a la que regresó hace un par de años, después de vivir casi cuatro décadas en San Francisco, a los 64, Carlos Santana argumenta la elección del título de su nuevo álbum, Shape Shifter (El que cambia de forma), con impronta de gurú.
“A diferencia del crecimiento, que no siempre ocurre, el cambio llega siempre, aunque uno no lo quiera tiene que tener la sabiduría de adaptarse. Eso es lo que acentúo en este álbum: cómo adaptarse a lo que trae la vida. No le tengamos miedo a los cambios”, insiste.
La nueva propuesta. A diferencia de su antecesor, Guitar Heaven, en el que había rendido tributo a grandes temas clásicos del rock, esta vez, el guitarrista transita por una amplia variedad de estilos musicales, que van del rock a los ritmos latinos, pasando por climas propios de la new age y la llamada música étnica. Todo, de su propia cosecha.
“Yo empecé a pensar y a hacer Shape Shifter en 1997, y lo terminé ahora. Eran cosas que iba armando, y que iban quedando ahí, a las que les volví a prestar atención un par de años atrás. A partir de entonces, las fui completando”, explica. Entre los temas, aparece uno llamado “Metratron” (ángel al que Santana le adjudica la responsabilidad de su resurgimiento, en la última década) y otro cuyo título es “Mr. Szabo” (apellido del compositor de “Gipsy Queen”), quienes están muy vinculados a su pasado.
Su estilo. “Yo no digo que practico la guitarra, porque practicar implica una rutina. Y, para mí, rutina es muerte. Prefiero lo espontáneo”, declara Santana después de enumerar sus referentes: Marvin Gaye, John Coltrane, Miles Davis, Stevie Ray Vaughan y Jimi Hendrix.
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