Una empieza la frase y la otra la termina. Es tanta la conexión entre Andrea Botero y Anabella Arbeláez, que cuando Anabella atravesó uno de los momentos más duros de su vida, una separación después de siete años, sus confesiones a Andrea hicieron que ésta le escribiese a su amiga una canción que le sirvió de profunda catarsis y encima la hizo ganadora de la categoría folklórica en el último festival de Viña del Mar con “Mudanza de Piel”
Las dos colombianas han llegado a Bolivia para cumplir una promesa que le hicieran al párroco de la iglesia de Vino Tinto, también colombiano, al que conocieron durante un viaje: Si la canción ganaba el festival de Viña, ellas regresarían para dar un concierto benéfico, y así lo hicieron. En esta entrevista nos cuentan cómo fue ganar este festival y cuáles son sus planes después de esto en esa exploración del folklore latinoamericano que une las esencias de toda la región.
OH! ¿Qué significa para ustedes, una como compositora y la otra como intérprete, el haber ganado en Viña del Mar?
Andrea Botero (AB): Creo que Viña del Mar es una ventana al mundo y un paso adelante para todo artista. Una vez que te das cuenta que puedes domar ese monstruo y seguir adelante con todos los problemas que hay, incluso técnicos, con el jurado, con la presión de 18.000 personas, y que puedes salir con luz de eso, se te confirma que naciste para ser artista. Es darte cuenta de qué sí naciste para lo que estás haciendo.
Cuando regresé de mi primera participación en este festival el año pasado, fue que le dije a Anabella que ella tenía que pararse en ese escenario junto al grupo Juglares, que ya ha ganado dos veces la Gaviota y otros concursos. Es un gran grupo y estaba segura que Anabella y Juglares, se comían ese escenario.
Anabella Arbeláez (AA): Es el segundo año para Andrea, el primero ella va como compositora y cantante y éste como compositora, productora y directora de este sueño. Como ella ya conocía lo que es Viña del Mar, sentíamos de alguna manera apoyo desde su experiencia en cosas puntuales como el tema técnico por ejemplo. Sin embargo aún así no es fácil. Viña no es fácil. Pararse en ese escenario es un aprendizaje. Son 21 años de carrera, y aunque es complicado, se puede. Para mí Viña del Mar fue como la graduación para saber que todo lo que hemos estudiado sirve y que hay que seguir estudiando. Y que las cosas se están haciendo bien. Lo más lindo es graduarse con honores y eso es lo que nos pasó cuando ganamos en Viña del Mar. Ahora con mayor razón tenemos que ponernos el triple de las pilas para que sepan por qué ganamos este premio.
OH! ¿Planean crear algún disco entre los tres?
AA: Sí, viene una producción que llegando a Colombia empezaremos, tenemos una gira programada y varios planes. Aunque somos tres proyectos independientes nos unimos con “Mudanza de Piel”, unión que tuvo un fruto bellísimo.
AB: Queremos que haya un disco que suene a Juglares, Anabella y Andrea. Nos damos cuenta que sumarnos nos multiplica. El camino se abre mucho más, y nos hemos dado cuenta como familia entre todos, ya viajando, que es mucho más rico hacer este sueño compartido y hacer familia entre músicos soñadores, enfocados en el mismo norte para rescatar nuestra raíces en la música latinoamericana, que cada vez es menos creíble para los empresarios quienes dudan en invertir en este género ya que los formatos están dados entre el regaetón o la cumbia.
Nosotros podemos darnos el lujo de hacer canciones con contenido y con historia, con arreglos musicales que recurran a la esencia pero con una mirada fresca y moderna.
AA: A propósito, es importante destacar que el folklore latinoamericano es uno, nos han preguntado por qué hemos usado quenas, zampoñas o charangos en una canción colombiana, y la respuesta es que también son nuestros instrumentos autóctonos, porque también se usan en el folklore colombiano, porque hablamos de folklore latinoamericano, porque allí se unen con el folklore de Bolivia, con el de Perú, con el de Ecuador, con el de Colombia. No queremos fronteras en la música, queremos unirnos y sumar.
OH! ¿Cómo han logrado la conexión que tienen para que una interprete en palabras los sentimientos de la otra?
AA: Yo estaba pasando por un mal momento, una separación que decidí para poder dedicarme absolutamente a la música. Me habían presentado a Andrea pero no nos conocíamos mucho. Un día comenzamos a conversar y ella notó que yo no estaba bien, así que me animó a hablar con ella. Fue un momento muy lindo el poder desahogarse con una amiga. Yo pensé que lo que habíamos hablado quedaría así, pero ella vino al poco tiempo, menos de cinco horas, y me dijo que me había escrito una canción como un regalo. La letra fue para mí una catarsis, algo que tomó siete años ella lo resumió en un par de minutos de la manera más sublime y bella. Y esa fue la canción con la que ganamos. Yo pienso que para que haya una gran interpretación tiene que haber una gran canción.
AB: Hay canciones que llegan de arriba y una es un canal literalmente, la extensión de una pluma, como también hay canciones que son el resultado de un proceso racional porque de eso vivimos los compositores. Hay historias que te tocan, como la de Anabella, que era muy hermosa y que fue muy fácil ponerla en un papel. Hay canciones que elevan la frecuencia del planeta y esa es nuestra tarea como cantantes, como compositores, elevar la frecuencia.
AA: Yo siempre me presento como intérprete, porque cada vez que me subo a un escenario me apropio de la canción, no me considero compositora. Los intérpretes tomamos lo que hacen los compositores y debemos pasárselo al público. En el caso de “Mudanza de Piel” se quintuplicó el sentimiento porque era mi historia.
OH! ¿Qué han sacrificado como personas por su carrera de artistas?
AB: Son vidas muy solitarias. De mucho movimiento afuera, pero donde te toca buscarte mucho dentro para encontrar el equilibrio y lograr vivir con sonrisas sabiendo que naciste para eso.
Para mí trabajar con Juglares con Anabella, es trabajar con mi familia. Mis hijos son mis discos, y han tardado mucho más de nueve meses en gestarse.
AA: Entre unas y otras es complicado, pero es fácil ser feliz. Es otra vibración, cuando una renuncia no lo hace por la carrera. Imagínate, una sola canción fueron seis meses de trabajo para llegar a Viña del Mar y entregar una canción impecable.
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