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domingo, 13 de marzo de 2011
Ana María Vera. Una pianista boliviana aplaudida en el mundo
Ana María Vera es hija de padre boliviano y madre neerlandesa. Pianista precoz, a los nueve años tocó con la Boston Pops Symphony del legendario Arthur Fiedler. A los 11 años grabó conciertos para piano de Mozart y Haydn con la Orquesta Filarmónica de Rotterdam que Philips premió con un Disco de Oro. A esa misma edad tocó el piano, en la Casa Blanca, para el presidente Carter. Se ha presentado como solista con orquestas como la de Filadelfia, Cleveland, Baltimore, la Filarmónica de Holanda, la Orquesta Sinfónica de Tokio y la Filarmónica de Londres, bajo la dirección de celebridades mundiales como Riccardo Muti, Edo de Waart y James Conlon.
Críticos internacionales han dicho de ella: “Su sonido es luminoso, es la fonética de la seda”. "Tiene un deslumbrante virtuosismo y una penetrante sensibilidad”. Sobre su versión del Concierto de Ravel se dijo: "Los últimos movimientos brillaron con la diversión y el humor, hablando de la serenidad, la distancia y hasta de la eternidad”, entre muchos otros comentarios.
En sus frecuentes visitas a Bolivia, ha tocado en escenarios naturales como Kalorko, entre las huellas de dinosau-rios, el Salar de Uyuni y en las ruinas de Tihuanaku. Los teatros de La Paz, Sucre, Potosí y Cochabamba la han escuchado junto a músicos extranjeros y bolivianos con los que explora una amplia gama de piezas del repertorio pianístico.
Estamos ante una figura boliviana de grandes dimensiones artísticas que como muy pocas, ha sido acogida en los más selectos círculos musicales del mundo.
Conocí a Ana María en La Paz cuan-do era casi una niña y asombrado por su talento, con Ramiro Soriano, frente a su camerino del Teatro Municipal, hice por única vez en mi vida cola para obtener su autógrafo. ¿Tocará alguna vez en Santa Cruz?
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ojalá venga a tocar a Santya Cruz, quizás mate al maldito regetòn que nos inunda.
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