La carrera artística de Milton Cortez comenzó a sus siete u ocho años de edad, cuando cantaba en radios de su ciudad natal, Trinidad. Desde entonces no ha parado de producir, pues tiene 16 discos grabados y ha actuado en 12 telenovelas, además de 10 películas nacionales y extranjeras.
Ahora reside en México DF, pero retorna regularmente al país. El motivo de su reciente visita en noviembre fue una actuación en una feria de Trinidad. Nos recibió en el Hotel Presidente horas antes de tomar un vuelo a esa ciudad. No había dormido muy bien por casi tres días y, a pesar de haber dado más de 15 entrevistas consecutivas, nos atendió con toda la amabilidad, la consideración y la espontaneidad que lo caracterizan.
Sin duda, estaba predestinado a la música, pues a pesar de ciertas trabas grabó su primer disco como solista a la edad de 12 años. “Me habían rechazado dos veces en una disquera con el pretexto de que mi voz iba a cambiar en algún momento”, recordó. “Tienes una voz preciosa, pero a los 15 años vas a cambiar de voz. ¿Y qué vamos a hacer?”, le decían.
Influencia del bolero
A pesar de ello, en La Paz grabó su primer trabajo. “Canté boleros en mi primer disco. Después canté música pop y seguí grabando y el resto es historia”, señaló.
Se trataba de un EP con cuatro canciones, de las cuales una fue compuesta por él. Entonces estaba influenciado por el bolero, que era la música que predominaba en la casa de su padre.
“Les gustaba el bolero, tocaban Javier Solís, Los Panchos. Esa música yo me la guardaba, era la única música que escuchaba de niño”, recordó al afirmar que ahora también le gusta el blues, el jazz o la música alternativa.
Un par de años antes de su primera grabación, Cortez se había mudado a Santa Cruz de la Sierra.
Era parte de un grupo musical que amenizaba fiestas infantiles. “Recuerdo mucho cómo a la gente le gustaba escuchar a ese niño cantando música romántica. Era extraño pero así era. Fue muy poca la gente que me decía ‘tienes talento’. Simplemente aplaudía y le parecía tierno”.
Estuvo en ese grupo hasta que cumplió 16 o 17 años. Por un tiempo tuvo la intención de estudiar arquitectura, pero fue algo momentáneo, porque lo suyo, definitivamente, era la música, la actuación y la composición.
Los pioneros
Su primer papel fue en la telenovela boliviana Los pioneros (1990) producida por Santa Cruz Films Producciones (Safipro). Entonces Cortez vivía en Suecia y retornó al país.
Un amigo suyo lo llamó para contactarlo con el director Enrique Alfonso y los productores. “Queremos que seas uno de los protagonistas”, le dijeron. Además le pidieron que componga la canción principal titulada Río de este amor.
La producción duró alrededor de un año y dos meses, entre 1989 y 1990. Para los rodajes sólo se contaba con una cámara. “Fue una serie muy sacrificada. Les costó mucho económicamente”, recordó el beniano.
“Nosotros los actores teníamos que dormir en el suelo, en el monte porque no podíamos volver a la ciudad para regresar al día siguiente para seguir las secuencias. Cuando nos tocaban lugares muy lejanos de Santa Cruz, como Riberalta o Tomichucua, salíamos por dos a tres semanas”.
Aquellas salidas no eran un problema para nuestro actor. “Yo estaba feliz, además a mí siempre me gustó la selva, estaba tranquilo”.
Antes de aquella participación, Cortez no tenía experiencia en actuación. Lo que sí tenía era la actitud para enfrentar un nuevo reto. “Yo agradezco profundamente a don Kike Alfonso. Era popular como cantante, pero esa oportunidad fue invaluable porque me dio la confianza para afrontar otros proyectos y aceptar unos de actuación”, aseguró.
Pocos años después tuvo la oportunidad de participar en una película. Se trataba de Jonás y la ballena rosada (1995).
“El director Juan Carlos Valdivia tuvo a bien invitarme para una parte pequeña. Gracias a él y a su confianza, en México, fijaron sus ojos en mí y empecé a hacer series”.
“No me gusta el confort”
Cortez se trasladó a México DF en 1996. No era la primera vez que se mudaba, pues ya había vivido en Bolivia, Suecia y Estados Unidos. “Siempre he sido nómada. Nunca me ha costado agarrar maletas e irme”, aclaró. “No me gusta el confort. Cuando me empiezo a poner cómodo me empiezan a salir ronchas y digo ‘tengo que mudarme y tengo que hacer algo nuevo’”.
La primera producción mexicana en la que participó fue Te dejaré de amar (1996) de TV Azteca.
Luego se sumaron: Los hijos del viento (2000), Los Andes no creen en Dios (2007), Cristiada (2012), Olvidados (2013) y Tlatelolco (2013), entre muchas otras.
Para la superproducción mexicana Cristiada, Cortez rodó cinco secuencias. Y cuando fue al cine para ver el filme con su familia comenzó a preocuparse al notar que no se incluyeron ciertas secuencias de sus colegas. “Seguro ya me cortaron definitivamente”, pensaba. “Yo estaba con mi familia en el cine y pensé ‘Los traje en vano’”, recordó.
En la película se mantuvo una de las secuencias rodadas por el boliviano. “Uno tiene que esperar eso también. Cuando el director dice: ‘tengo que sacrificar esto por meter esto, porque esta parte la puedo contar de otra manera o lo que sea… y arma su rompecabezas. Y en ese rompecabezas posiblemente no estás tú”.
Esto es parte de su rol como actor profesional. “He hecho papeles de bisexual, de casanova, de cantante de música ranchera, de abogado, he hecho un montón. Y a todos les he dado un sello mío, tratando de cumplir con la expectativa del director y la producción”.
Recientemente tuvo un papel coprotagónico en Paquita la del barrio (2017). En esta producción encarnó al villano, a la “rata de dos patas”, como titula la popular canción de la cantante mexicana.
“Tuve que portarme bastante mal. Es una persona inescrupulosa, es un villano si se quiere, para la gente. Pero él como todos los villanos piensa que está en lo cierto. Se justifican siempre a sí mismos.
Y eso es lo que le toca también al actor: justificar a su personaje”.
Esencial
Ahora nuestro artista está abocado a la promoción de su reciente disco, titulado Esencial. “Nos enorgullece muchísimo. Son canciones de autores nacionales que han sido fusionadas con estilos internacionales. Les hemos dado un toque con características nacionales, tratando de que se muestre Bolivia, en instrumentos, en ritmos. Hemos logrado algo muy interesante”, afirmó.
También hay canciones compuestas por Cortez. Y participa como invitada la cantante española Nieves Navarro. Con ella, el beniano interpreta la cueca Tantas ida y venidas de Nilo Soruco.
Al conversar con el cantante, se mostraba emocionado de presentarse en su ciudad natal, pues era la primera vez que lo hacía junto a su banda. Lo que le gusta hacer en Trinidad, sobre todo, es ver a su familia y comer bien. Algo que desearía hacer en Bolivia es tener más tiempo para juntarse con sus amigos. “Gracias a Dios son muy comprensivos y me dicen: ‘Ya sé que vamos a comer y vas a desaparecer después’”.
Ciudadano del mundo
Él está acostumbrado a estas visitas y viajes fugaces. En realidad, se considera un ciudadano del mundo. “A cualquier lugar que voy me adapto bien. Se me hace grato aprender de otras culturas, hablar otros idiomas y seguir aprendiendo. Ahora quiero aprender francés”, señaló. Él ya habla sueco, portugués, italiano, inglés y español.
En México DF añora la ciudad donde pasó su niñez. Esto ocurre cuando sale a correr rumbo al gimnasio y comienza a llover. “En el trayecto, sobre todo en el verano, empieza a llover. Sentir el polvo que se levanta con las gotas me recuerda mucho a Trinidad”, contó. “Sacó a mi balcón una pequeña silla para observar la lluvia y tomar un cafecito o un tecito, leer y sentir la humedad. Todo eso me recuerda mucho a mi infancia en Trinidad”.
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