El Big Boss retornó a Santa Cruz y nuevamente dejó huella... dejó su marca que lo confirma como el rey indiscutible del reggaeton, no solamente por los discos vendidos y las canciones que suenan en todas las radios de Latinoamérica, sino, sobre todo, porque Daddy Yankee es uno de esos pocos reggaetoneros que es capaz de manejar al público a su antojo, sólo con frases improvisadas y la energía de su música, antes que con cualquier otro recurso fácil, como un meneo de caderas o baladas artificiosas.
Y así lo hizo anoche, desde el momento en que subió al escenario del Tahuichi Aguilera, aproximadamente a las 23:10, luego de una prolongada espera, en la que tres grupos de jóvenes bailarines no lograron animar mucho al impaciente público cruceño.
Cuando se apagaron las luces del estadio, en las siete pantallas gigantes comenzaron a aparecer imágenes del artista, al mismo tiempo que se iniciaban los primeros acordes de Somos de calle. Las más de 20.000 personas estallaron en un sólo grito al ver a su ídolo vestido con una campera oscura y un gorro en la cabeza para protegerse del frío, el mismo que no fue óbice para calentar la noche con su música y con la ayuda de sus bailarinas, que le pusieron la candela suficiente como para competir con las llamaradas de fuego que provocaron sobresaltos entre los presentes.
Así se daba inicio a un desfile incesante de éxitos como Bailando, Qué tengo que hacer y Pose, tema con el que aprovechó para elogiar la belleza de las mujeres presentes.
Los temas aparecían uno tras otro como una prueba de que Daddy Yankee es un artista sin pausas. Uno de los momentos visualmente más atractivos se dio cuando el puertorriqueño procedió a su acostumbrado ritual del “parabrisas, limpiaparabrisas” en el que se apagan las luces del estadio y los teléfonos celulares se mueven de un lado para otro.
Antes del final interpretó temas infaltables como Lo que pasó, pasó, Ella me levantó y el gran éxito Gasolina. A pesar de cierta desorganización en el show, el público se fue satisfecho.
Lo que se vio
- Desborde. La avalancha humana destrozó las barreras que dividían las áreas en la cancha. Una muchacha se desmayó y fue auxiliada por un gendarme municipal.
- Las sillas estorbaron. Los que pagaron para ver sentados el show en el área VIP no pudieron sentarse, porque el gentío se alborotó y utilizó las sillas como pisadores. Taparon a los que estaban detrás.
- Molestia. Los sanitarios y los globos gigantes estorbaron la visibilidad de los asistentes, alagunos tenían que conformarse con ver al Jefe por las pantallas que había en el escenario.
Termometro
5
Artista
Se lo notó cansado, pero se entregó al 100% a su público en cada tema
4.5
Sonido
No hubo acoples y se logró escuchar con buena potencia en todos los sectores del estadio
4
Show
Buena coordinación entre artista y bailarines, además de luces y efectos
3
Organización
No hubo control en el expendio de bebidas y la seguridad se vio rebasada por la multitud
2
Público
La mayoría no utilizó los barbijos que les entregaron. Hubo guerra de botellas entre los fanáticos
(5) Excelente, (4) Bueno, (3) Regular, (2) Malo
Y así lo hizo anoche, desde el momento en que subió al escenario del Tahuichi Aguilera, aproximadamente a las 23:10, luego de una prolongada espera, en la que tres grupos de jóvenes bailarines no lograron animar mucho al impaciente público cruceño.
Cuando se apagaron las luces del estadio, en las siete pantallas gigantes comenzaron a aparecer imágenes del artista, al mismo tiempo que se iniciaban los primeros acordes de Somos de calle. Las más de 20.000 personas estallaron en un sólo grito al ver a su ídolo vestido con una campera oscura y un gorro en la cabeza para protegerse del frío, el mismo que no fue óbice para calentar la noche con su música y con la ayuda de sus bailarinas, que le pusieron la candela suficiente como para competir con las llamaradas de fuego que provocaron sobresaltos entre los presentes.
Así se daba inicio a un desfile incesante de éxitos como Bailando, Qué tengo que hacer y Pose, tema con el que aprovechó para elogiar la belleza de las mujeres presentes.
Los temas aparecían uno tras otro como una prueba de que Daddy Yankee es un artista sin pausas. Uno de los momentos visualmente más atractivos se dio cuando el puertorriqueño procedió a su acostumbrado ritual del “parabrisas, limpiaparabrisas” en el que se apagan las luces del estadio y los teléfonos celulares se mueven de un lado para otro.
Antes del final interpretó temas infaltables como Lo que pasó, pasó, Ella me levantó y el gran éxito Gasolina. A pesar de cierta desorganización en el show, el público se fue satisfecho.
Lo que se vio
- Desborde. La avalancha humana destrozó las barreras que dividían las áreas en la cancha. Una muchacha se desmayó y fue auxiliada por un gendarme municipal.
- Las sillas estorbaron. Los que pagaron para ver sentados el show en el área VIP no pudieron sentarse, porque el gentío se alborotó y utilizó las sillas como pisadores. Taparon a los que estaban detrás.
- Molestia. Los sanitarios y los globos gigantes estorbaron la visibilidad de los asistentes, alagunos tenían que conformarse con ver al Jefe por las pantallas que había en el escenario.
Termometro
5
Artista
Se lo notó cansado, pero se entregó al 100% a su público en cada tema
4.5
Sonido
No hubo acoples y se logró escuchar con buena potencia en todos los sectores del estadio
4
Show
Buena coordinación entre artista y bailarines, además de luces y efectos
3
Organización
No hubo control en el expendio de bebidas y la seguridad se vio rebasada por la multitud
2
Público
La mayoría no utilizó los barbijos que les entregaron. Hubo guerra de botellas entre los fanáticos
(5) Excelente, (4) Bueno, (3) Regular, (2) Malo
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