domingo, 16 de octubre de 2011

Hay Axl para rato, el tiempo no puede con su esencia

Guns N’ Roses cancela su presentación en Bolivia y suma un recital en Argentina.
Al enterarme de la trágica noticia, como fan de esta legendaria banda de rock, la cual conozco desde que era adolescente y a la que he seguido con todas sus luces y sombras, me invadió la tristeza.
Quise olvidarme del asunto, pero no pude y pensé: si ya había tomado la decisión de viajar a La Paz a la que sería la única presentación en el país, ¿por qué no ir un poco más lejos?. Fue así que comienza esta aventura, que me llevaría hasta Buenos Aires, como primera parada, y finalmente a La Plata, donde Axl Rose y sus músicos actuaron el 8 de octubre en el Estadio Único.
Es casi la una de la tarde y la rutina en la ciudad de La Plata parece inalterable. Por sus calles la gente está metida en lo suyo, salvo en la plaza principal, donde una feria de salud universitaria compite con la campaña política electoral para llamar la atención de los transeúntes.
A las dos de la tarde las avenidas aledañas al estadio, todas bautizadas con números, ya están cerradas y celosamente custodiadas por personal de seguridad. Después de caminar varias cuadras me detengo en el ingreso asignado a cancha, a esa hora hay cientos de personas en la fila. Las puertas del estadio se abren a las 17:30, solo queda esperar hasta las 22:30, hora en la que se anunció la presencia del grupo. Axl Rose aparece 45 minutos después de lo anunciado, una buena señal de su estado de ánimo. Viste unos bluyins desgastados, chamarra negra de cuero, sombrero de vaquero y gafas oscuras. Remplaza las botas por zapatillas.
Una llovizna cae del cielo cuando comienza a sonar Chinese Democracy, uno de los hits del disco lanzado en 2008 cuyo nombre lleva la gira que lo trajo este año a Latinoamérica. Miles de voces lo ovacionan, así comienza la fiesta. Esa noche, el veterano del rock, que está próximo a cumplir 50 años, demuestra que aún puede cantar y bailar como lo hacía en la década de los 90, y que el paso del tiempo no puede borrar su esencia roquera.
Le siguen los éxitos Welcome to the jungle, It´s so easy y Mr. Brownstone. La audiencia se enciende poco a poco. Las tres guitarras de la banda, a cargo de los músicos DJ Asha, Richard Fortus y Ron ‘Bumblefoot’ Thal, cobran protagonismo. Las canciones suenan igual que siempre a pesar de la ausencia del emblemático Slash.
Con Live and Let Die llegan las llamaradas y detonaciones, se fue la lluvia. Axl se mueve con cuidado, entra y sale del escenario con looks diferentes. Sus ausencias son camufladas por solos de sus guitarristas. La seguidilla de éxitos continúa con Sweet Child O´ Mine y You could be mine. Una grata sorpresa es escuchar Stranged, una de las canciones más largas de la banda que no habían tocado en ninguna de las tres presentaciones anteriores en Argentina. La emoción se incrementa cuando Axl está frente al piano y descarga November Rain. Vuelve a Lloviznar. Es un momento inolvidable.
Cuando el concierto parece llegar a su fin, ya han transcurrido dos horas desde el inicio, llegan más canciones de Chinese Democracy: Nightrain, Knockin´ on Heaven´s Door y Don´t Cry, donde a ratos la voz de Axl logra brillar como en sus mejores épocas.
Después de un par de bises llega el final con Paradise City, con silbatazo incluido y el público, una vez más, descarga adrenalina. El grupo se abraza, las luces se apagan. Una noche para recordar.



En portada

No hay comentarios:

Publicar un comentario