el pasado es un tiempo que reaparece y que nos espera al fin de cada ciclo. El pasado es una edad venidera.
Octavio Paz
En el video que el grupo Taki Ongoy cuelga en YouTube, como preámbulo al lanzamiento del disco La mala suerte, se alcanza a ver, apenas, las siluetas de los músicos que, a contraluz, cantan un bailecito de Félix Palenque: “Como el sueño y la noche / son hermanos de la muerte. / Así tengo yo una hermana, / se llama la mala suerte. / Ten presente que así es mi suerte, / todo se acaba con (en) la muerte”.
Esta canción –que es el último del tracklist del disco–, marca de alguna manera la estética y el concepto del nuevo título que el grupo paceño –conformado por Christian Aillón, Bernardo Paz, Anki González, Marcelo González y Dante Domínguez–, publica oficialmente hoy, 13 de marzo, en la plataforma virtual del colectivo musical El Otro Baile: http://filiumexmachina.wixsite.com/elotrobaile/discos.
Y es que en efecto, el clip pareciera recuperar para re/presentar, una memoria musical que apela a sonidos tradicionales del repertorio nacional, donde el ritmo, los instrumentos y la lírica, se vinculan en ambientes que bien podrían ser una sala de grabación, el zaguán que reproduce los ecos de alguna tonada, la plazoleta estéril de un barrio suburbano, o la chichería en la que una turba de borrachos –al tiempo– tararean o vociferan.
Pero La mala suerte va más allá del trabajo con ritmos locales o latinoamericanos. Como ya sucedió antes con anteriores discos (Asilo, del 2011; El otro baile, del 2012; y Clara, del 2013), Taki Ongoy plantea, a través de composiciones muy elaboradas, una reflexión no sólo sobre los archivos de la música popular y sus valores contemporáneos, sino sobre las diversas formas de construcción musical así como la creación de identidades fragmentadas desde lo poético-sonoro.
Es así que con La mala suerte, estamos frente a un proyecto ambicioso, claro en sus objetivos conceptuales, y en la búsqueda y transgresión de estructuras armónicas o rítmicas, transversalizadas por una visión contemporánea del repertorio regional. Por esto, una suerte de nostalgia tiñe el disco, pero una nostalgia restauradora, activa. Y de aquí que Taki Ongoy, como “la enfermedad del canto”, adquiera con este título un mayor sentido, pues no es sino la rebelión de la música la que intenta restaurar nuevos ciclos cronológicos: el retorno de lo popular a partir de la inversión de las formas y sus valores.
El disco, por tanto, no deja de ser experimental en el mejor sentido de la palabra. Las pistas intercalan formatos tradicionales de cuerdas y canto (como sucede con “pecho (compás)”, el comienzo de “trenza (destierro)”, “verde (vacío)”, “luna (hondura)”, o “la mala suerte”), con otros electrónicos que mezclan paisajes sonoros que deconstruyen –desde la saturación de ruidos, resonancias, murmullos, silencios, desafinaciones, o ritmos fuera de compás– lo folklórico.
Así, lo experimental del disco debería pensarse desde el mestizaje de sonidos extremos en el que el eco de lo popular resuena con más fuerza. Con La mala suerte los sonidos tradicionales se multiplican y, desde una introspección estética, estiran sus posibilidades a extremos dramáticos, tal y como pasa, sobre todo, en “balanza (duelo)”, “piedra (averno)”, la excepcional “trenza (destierro)”, o “pan (sino)”.
Es por estos extremos que, asimismo, las pistas parecieran imperfectas en su edición. Se exalta la incompletitud de lo sonoro, realzando el hecho de que la música popular nace de la memoria activa e intempestiva, en el momento de la interpretación. En este sentido, se trataría de música que reafirma una contemporaneidad, pues se re/produce –siempre– desde la mutiplicidad actual de las identidades musicales y de sus archivos.
Finalmente La mala suerte también nos sitúa, como oyentes, en escena; como personajes de un disco que estremece e interpela las fibras cotidianas de nuestra memoria musical. Actores de una música que pulsa en el recuerdo colectivo, sabemos que estas canciones de matices, formatos, sonidos y sensibilidades diversas, nos constituyen; y al mismo tiempo nos quebrantan y expanden hacia otros espacios, hacia otras poéticas de búsqueda que hacen de este disco algo excepcional.
Entrevista con Puño y Letra:
PyL.: ¿Cómo se concibe el proyecto de La mala suerte?
Bernardo Paz.: Este disco nace, como muchos, desde una necesidad, una urgencia por decir algo y hacerlo desde un lugar diferente. A pesar de haber ocupado mucho tiempo en otros proyectos (como Enfant, por ejemplo), la idea de desenterrar Taki Ongoy ya estaba puesta en la mesa y se iba puliendo de a poco. Así, a fines del año pasado el proyecto se convirtió en prioridad y salió esta obra tal vez más rápido de lo que esperábamos.
PyL: ¿Qué constante y qué rupturas le encuentran en relación a sus otros trabajos?
Dante Domínguez.: Siempre hubo un acercamiento a la música tradicional latinoamericana y a la música contemporánea. Creo que esos dos lugares ahora se los visita de forma aún más clara. Hay un personaje que desaparece en prioridad y es justamente el de mi voz. Todos cantamos en esta obra, lo que aumenta emoción y diversidad a cada tema. Es la primera vez que usamos tantos elementos y formas de grabación. La mayor ruptura, tal vez, es la incorporación de dos grandes músicos: los hermanos Gonzales, que trazan —desde su lugar como compositores— una nueva línea que seguir. Y sobre la constante, es algo que habíamos hablado al empezar este disco: queríamos romper todo lo que antes habíamos hecho como Taki Ongoy sin que pareciera sólo un ejercicio de ruptura. Entonces, hay algo de nuestra forma de crear que nos sigue en todos los proyectos (ya sea Uxusiri, Enfant, Nonsum y ahora Taki Ongoy) que supongo es parte de un lenguaje que hemos ido desarrollando con los años. Algo más subjetivo pero que, seguramente, está ahí en medio de todo ese quiebre.
PyL.: ¿Qué importancia específica, entonces, tiene la incorporación de los hermanos Gonzales al proyecto?
Christian Aillón.: Creo que su llegada a Taki equilibra el uso de ritmos y la fuerza de las cuerdas de la música Latinomericana, que antes de su incorporación estaban en desventaja por nuestra limitación interpretativa. Creo que esto equilibra el disco entre lo criollo y la fusión con otros estilos, de tal manera que le da a Taki Ongoy una libertad de experimentación mayor.
Sin duda, los Gonzales llegan a Taki con patada voladora, no solo interpretativa si no también compositiva, y nos dan libertad de hacer cosas más ambiciosas, creando un ambiente simbiótico que claramente se escucha en todas las canciones de este trabajo.
PyL. ¿Qué gana, qué pierde en este proyecto Taki Ongoy?
B.P.: Más que “ganar”, crece (o, si se quiere, gana un crecimiento). La presencia de músicos de este calibre enriquece el trabajo que venimos haciendo y lo aleja de la repetición. El bagaje musical y la maestría técnica de los hermanos Gonzales ha sabido abrirse paso haciendo del horizonte extenso que nos guiaba, uno infinito. Sin ellos, este disco, tal como lo escuchamos ahora, no existiría. ¿Qué pierde Taki Ongoy?: sin duda un norte absoluto, con ellos la música se mueve siempre hacia lugares insospechados y vastísimos, ¡qué mejor!
PyL.: ¿Cómo se incorpora su música al proyecto de Taki Onqoy?
Anki Gonzales.: Se incorpora de manera muy natural y armónica, ya que lo que siempre existió de mi parte hacia Taki Ongoy y hacia todos los proyectos de sus integrantes, fue un gusto y una admiración profunda por su sonido, su modo de trabajar y sobre todo por el viaje y el ambiente que provocan su música. Por otro lado, siento que de mi parte he podido aportar a este nuevo disco de Taki Ongoy, mi modo de tocar instrumentos de cuerda y percusión, mi amor por los ritmos bolivianos y latinoamericanos y mi manera de enfrentarme a la composición tanto de canciones, como de música instrumental. Otra cosa muy especial del habernos juntado, es que todos nos entendemos y nos complementamos de manera muy sabrosa y hasta mística, lo cual hace que seamos como un solo instrumentista y un solo compositor, no como elementos separados, y todos los trabajos musicales de mi parte anteriores a este, se complementan de igual forma a este disco, de manera muy clara y equilibrada, ya que son parte de un mismo hilo musical y estético. En este trabajo todo fluyó con mucha naturalidad.
Marcelo Gonzales.: Personalmente tengo como puntal y principal objetivo estético, artístico y político el trabajo con la música popular latinoamericana. Taki Ongoy es un proyecto que vengo siguiendo ya hace un buen tiempo, así que el haber llegado a él no me resulta tan extraño y más bien es un hecho que me llena de júbilo. Ellos de igual modo siempre han tenido como una de sus principales fuentes el lenguaje musical criollo boliviano, así que dentro de mis planes esto viene como anillo al dedo. Por otro lado con mi trabajo con Taki se abre una nueva perspectiva para mi música y la de nuestro dúo con mi hermano, ya que hace que nuestras músicas se acerquen, esto sí inesperadamente, al rock, a la música electrónica y en general a una música popular un poco más experimental. No me queda mucho más que decir, sólo invitarlos a que se llenen de este tan rico disco. Es muy interesante cómo se forjan los procesos creativos en el que finalmente uno termina haciendo la música que quisiera escuchar. Esto resultó más que evidente con este disco ya que no lo puedo dejar de escuchar. Aprovecho para agradecer al Manson, Beto y Cris por invitarnos a Taki. Ha sido una de las experiencias más bellas de mi vida.
PyL. ¿Qué perspectivas y búsquedas musicales se abren a partir de ahora?
D.D.: Hace muchos años hemos definido como nuestro proceso más importante la creación de cada disco y proyecto. Entonces, cuando acabamos las obras lo que normalmente hacemos es descansar y dejar a un lado esa forma para buscar una que trate de ser lejana a la anterior dando como resultado nuevos procesos, músicos y proyectos. En la industria de la música lo que en realidad pasa es lo contrario, el final se convierte en un producto que se considera de mayor importancia que el proceso del artista, lo cual es entendible porque es el único acercamiento que puede tener la gente a tu obra. Sin embargo, muchos músicos son obligados a (o deciden) ser parte de eso que a mí, en lo personal, no me parece natural ya que deja poco tiempo a nueva investigación y nuevos procesos. Nuestra mayor perspectiva con nuestra música acaba en la escucha final de la obra en cuestión. Creo que todos hemos aprendido algo en el proceso y hemos logrado con este disco entender mejor nuestro arte. Nunca sabemos si habrá una continuación a X o Z proyecto por lo que no hay una búsqueda en el horizonte, al menos no con este proyecto. Sin embargo hemos hablado de la posibilidad de hacer un par de conciertos como Taki Ongoy, simplemente para darnos el gusto de tocar juntos. Pero es algo que tendrá que madurar en estos meses. Por ahora La mala suerte nos ha dejado un emocionante e intenso proceso. Y un grato final.
PyL. ¿Hacia dónde creen que va el concepto musical de Taki Ongoy a futuro?
B.P.: El concepto de este disco nace y muere en la misma obra. Lo siguiente sería planear la presentación de este trabajo, que implica una traducción minuciosa de timbres y el planeamiento general de un concierto que sostenga el carácter específico del disco que tiene mucho que ver, claro, con la muerte y la mala suerte. Pensar en algo más allá de eso sería, por ahora, una mera especulación.
Taki Ongoy en breve
Taki Ongoy es una banda paceña que forma parte del colectivo musical El Otro Baile. Su primer disco, titulado Asilo, salió el año 2011. Un año después, ve la luz El otro baile, su segundo disco. Ambos materiales se presentaron por primera vez en un concierto titulado Clara que tuvo lugar en el Sótano del Centro Sinfónico en octubre de 2012 en la ciudad de La Paz. A partir de estas grabaciones en vivo se publica el tercer disco, también titulado Clara.
Casi cinco años después, el 13 de marzo de 2017, la banda —ahora conformada por Christian Aillón, Bernardo Paz, Anki Gonzales, Marcelo Gonzales y Dante Domínguez— graba su cuarto disco: La mala suerte. Trece canciones reunidas bajo un mismo concepto que renueva el estilo y los recursos de la banda para teñir esta obra fragmentaria con un aire sombrío.
Los temas de La mala suerte están compuestos por: 1, 10 M. Gonzales 4, 8, 12 Paz 2, 5 Aillón 7, 11 Domínguez 3, 6, 9 A. Gonzales 13 Félix Palenque.
LA MALA SUERTE
El siguiente poema acompaña el disco a la manera de un epígrafe:
LA MALA SUERTE
Para perderte de a poco
canta tu alma antigua,
bailan tus ojos gotas de lluvia.
La mirada más desierta [es]
un presagio de la explosión:
se abren los puertos oscuros,
cruje la balsa navegando al abismo de lo muerto,
en miedo te vas a morir.
Toda la música de Taki Ongoy se encuentra disponible en Spotify, Deezer, Apple Music y muchas otras plataformas digitales.
Todos los discos. incluido La mala suerte, pueden descargarse de forma gratuita en la siguiente página: https://takiongoy.bandcamp.com.
Para mayor información: https://www.facebook.com/taki.ongoy.bo/
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