A las 21.53 de anoche sonó el primer acorde y las más de nueve mil personas instaladas en la curva sur del estadio Hernando Siles se olvidaron del frío y la larga espera. La Paz empezaba a vivir una velada inolvidable, el concierto inaugural de 20 años, 20 ciudades, la gira mundial por el vigésimo aniversario de Café Tacuba.
En un impresionante derroche de talento musical, “buena onda” y energía, los mexicanos cantaron una treintena de temas, los más conocidos, las antiguas “joyitas” de sus primeros discos y algunas propuestas nuevas, arrancando aplausos, gritos y ovaciones de un entregado auditorio (punto alto para el público paceño, otrora apático, ayer exultante, a tono con el grupo), que supo apreciar y disfrutar un despliegue musical de primerísimo nivel.
“Vamos a brindar con unas hojitas de coca”, dijo Rubén, el vocalista de la banda, a las 22.13, desatando el delirio de la gente, mientras abría una bolsita y esparcía la “hojita sagrada” en un ritual “dedicado al Illimani, para que nos proteja y para que podamos cumplir muchos años más”.
Rubén Albarrán Ortega (voz y guitarra), Emmanuel del Real Díaz (voz, teclados y guitarra), José Alfredo Rangel Arroyo (guitarra) y Enrique Rangel Arroyo (bajo) protagonizaron un memorable show que capeó el crudo invierno paceño y arrancó más de un delirio en la atiborrada sección VIP —con mayor intensidad— y en la no menos llena gradería, en las que jóvenes y no tan jóvenes fans corearon a voz en cuello Las flores, Amor divino, Eres, Chilanga banda y Ojalá que llueva café en el campo —los hits más celebrados.
Pero el estallido final, ya entre los 11 “bises” (nada menos consecutivos), fue para la canción Ingrata.
En un impresionante derroche de talento musical, “buena onda” y energía, los mexicanos cantaron una treintena de temas, los más conocidos, las antiguas “joyitas” de sus primeros discos y algunas propuestas nuevas, arrancando aplausos, gritos y ovaciones de un entregado auditorio (punto alto para el público paceño, otrora apático, ayer exultante, a tono con el grupo), que supo apreciar y disfrutar un despliegue musical de primerísimo nivel.
“Vamos a brindar con unas hojitas de coca”, dijo Rubén, el vocalista de la banda, a las 22.13, desatando el delirio de la gente, mientras abría una bolsita y esparcía la “hojita sagrada” en un ritual “dedicado al Illimani, para que nos proteja y para que podamos cumplir muchos años más”.
Rubén Albarrán Ortega (voz y guitarra), Emmanuel del Real Díaz (voz, teclados y guitarra), José Alfredo Rangel Arroyo (guitarra) y Enrique Rangel Arroyo (bajo) protagonizaron un memorable show que capeó el crudo invierno paceño y arrancó más de un delirio en la atiborrada sección VIP —con mayor intensidad— y en la no menos llena gradería, en las que jóvenes y no tan jóvenes fans corearon a voz en cuello Las flores, Amor divino, Eres, Chilanga banda y Ojalá que llueva café en el campo —los hits más celebrados.
Pero el estallido final, ya entre los 11 “bises” (nada menos consecutivos), fue para la canción Ingrata.
No hay comentarios:
Publicar un comentario