Yo lucho, lucho, lucho y no lo consigo. Pongo todo de mi parte, y no es suficiente. Es como seguir nadando contra la corriente”, dice parte de una de las canciones más populares de Marc Anthony. Es una frase que permite describir lo que el neoyorquino vivió la noche del jueves en el Tahuichi Aguilera, en uno de los conciertos que más descontento generó en el público por su desorganización, fallas técnicas y falta de medidas de seguridad.
“Pido disculpas a las personas que puedan sentirse defraudadas en el concierto”, sostuvo Leonardo Vaca Díez, director comercial de la organización del evento. “Somos productores ejecutivos del concierto, la responsabilidad de la organización, producción y de la logística fue asignada a empresas especializadas en tales campos. Tendré una reunión con ellos en la que expondremos nuestros reclamos, pues creemos que hubo fallas que no podemos ocultar”, agregó Vaca Díez.
Uno de los responsables de la empresa contratada por la organización, que solicitó no identificarse, explicó que las fallas se debieron a varios factores, entre ellos a que las personas que trabajaron en las boleterías eran nuevas en la tarea y atrasaron el ingreso de los asistentes. Además, el montaje de los equipos de sonido se los realizó con escaso tiempo, pues fue armado apenas un día antes, porque se jugó un partido de fútbol el martes en el estadio. Vaca Díez responsabilizó a Sonilum por las fallas en el sonido y en las pantallas.
Respecto a las fallas técnicas, el gerente de Sonilum, Abelardo Suárez, explicó que su empresa cumplió al entregar todos los equipos solicitados, incluyendo las pantallas gigantes, que se apagaron porque el canal con los derechos no instaló ninguna cámara para hacer la filmación. “El viento de sur jugó en contra al llevarse el sonido lejos del público; además, los empresarios deben tomar en cuenta que para shows de este tipo se debe armar la estructura con la debida anticipación, cosa que no ocurrió”, expresó Suárez.
Esta vez no valió la pena ver a Marc Anthony
Tuffi Aré | Periodista
No estoy seguro de que Marc Anthony cumpla su insistente promesa hecha en su pálido concierto del jueves de volver a Bolivia si lo invitan otra vez. Y vaya que costó caro la invitación. Le costó cara a los que lo trajeron, a los que pagamos para verlo y a la propia imagen del “Rey de la salsa”.
Acostumbrado a actuar en famosos escenarios del mundo, Marc tuvo una noche que no valió la pena en nuestro modesto Tahuichi, por la penosa organización del que prometía ser el concierto del año. Si bien vale la pena destacar el riesgoso emprendimiento de los que trajeron a esta estrella, no se deben dejar pasar las fallas, que terminan dejando una sensación de fraude a quien hizo el esfuerzo de juntar unos billetes para disfrutar de su ídolo. De lo contrario, habrá que alentar la creación del ‘Defensor del público’, que se encargue de exigir la calidad que pide el que paga.
El público que asistió al concierto opina
Andrea Armijo
Ing. Comercial
Llegué a las 19:00 y a las puertas del estadio y a las 22:00 aún no podía ingresar al sector de cancha. Lastimosamente no tenemos educación, lo que hizo que hubiera una avalancha humana, y me lastimé, fui empujada hacia otro sector; no había ningún efectivo de seguridad en aquel momento. Quedé desilusionada, esperaba con ansias el concierto y no colmó las expectativas.
Liliana Rodríguez
Universitaria
Las entradas eran muy caras para tan mala organización, me pareció un show muy corto para el repertorio que tiene Marc, parecía que estaba más preocupado en atender los problemas de sonido que al público.
No saludó ni animó a la gente, no hizo ninguna alusión a Bolivia, no ‘jugó’ con nosotros. Además, los que estábamos en general no lo escuchamos ni lo vimos.
Jenny Ampuero
Catedrática de la Uagrm
Me parece inconcebible que un artista de la talla de Marc Anthony no tenga el respaldo técnico que necesita. Los de general empezamos a gritar: “No se escucha, no se escucha”, y los de curva gritaron: no se ve, no se ve. El escenario estaba armado muy al fondo y las pantallas de los costados del escenario no funcionaron, nosotros, los de general, no podíamos ver a Marc; además, el sonido fue desastrozo.
Óscar Uriarte
Periodista
Un concierto, sobre todo los que reúnen a más de 30.000 personas, debe tener la misma o mejor seguridad que tienen últimamente los clásicos Blooming-Oriente. Hablo de más de 300 policía, más de 10 fiscales, unos 100 efectivos de seguridad privada, anillos de seguridad y sobre todo se deben abrir las puertas por lo menos cinco horas antes de que se inicie el espectáculo.
“Pido disculpas a las personas que puedan sentirse defraudadas en el concierto”, sostuvo Leonardo Vaca Díez, director comercial de la organización del evento. “Somos productores ejecutivos del concierto, la responsabilidad de la organización, producción y de la logística fue asignada a empresas especializadas en tales campos. Tendré una reunión con ellos en la que expondremos nuestros reclamos, pues creemos que hubo fallas que no podemos ocultar”, agregó Vaca Díez.
Uno de los responsables de la empresa contratada por la organización, que solicitó no identificarse, explicó que las fallas se debieron a varios factores, entre ellos a que las personas que trabajaron en las boleterías eran nuevas en la tarea y atrasaron el ingreso de los asistentes. Además, el montaje de los equipos de sonido se los realizó con escaso tiempo, pues fue armado apenas un día antes, porque se jugó un partido de fútbol el martes en el estadio. Vaca Díez responsabilizó a Sonilum por las fallas en el sonido y en las pantallas.
Respecto a las fallas técnicas, el gerente de Sonilum, Abelardo Suárez, explicó que su empresa cumplió al entregar todos los equipos solicitados, incluyendo las pantallas gigantes, que se apagaron porque el canal con los derechos no instaló ninguna cámara para hacer la filmación. “El viento de sur jugó en contra al llevarse el sonido lejos del público; además, los empresarios deben tomar en cuenta que para shows de este tipo se debe armar la estructura con la debida anticipación, cosa que no ocurrió”, expresó Suárez.
Esta vez no valió la pena ver a Marc Anthony
Tuffi Aré | Periodista
No estoy seguro de que Marc Anthony cumpla su insistente promesa hecha en su pálido concierto del jueves de volver a Bolivia si lo invitan otra vez. Y vaya que costó caro la invitación. Le costó cara a los que lo trajeron, a los que pagamos para verlo y a la propia imagen del “Rey de la salsa”.
Acostumbrado a actuar en famosos escenarios del mundo, Marc tuvo una noche que no valió la pena en nuestro modesto Tahuichi, por la penosa organización del que prometía ser el concierto del año. Si bien vale la pena destacar el riesgoso emprendimiento de los que trajeron a esta estrella, no se deben dejar pasar las fallas, que terminan dejando una sensación de fraude a quien hizo el esfuerzo de juntar unos billetes para disfrutar de su ídolo. De lo contrario, habrá que alentar la creación del ‘Defensor del público’, que se encargue de exigir la calidad que pide el que paga.
El público que asistió al concierto opina
Andrea Armijo
Ing. Comercial
Llegué a las 19:00 y a las puertas del estadio y a las 22:00 aún no podía ingresar al sector de cancha. Lastimosamente no tenemos educación, lo que hizo que hubiera una avalancha humana, y me lastimé, fui empujada hacia otro sector; no había ningún efectivo de seguridad en aquel momento. Quedé desilusionada, esperaba con ansias el concierto y no colmó las expectativas.
Liliana Rodríguez
Universitaria
Las entradas eran muy caras para tan mala organización, me pareció un show muy corto para el repertorio que tiene Marc, parecía que estaba más preocupado en atender los problemas de sonido que al público.
No saludó ni animó a la gente, no hizo ninguna alusión a Bolivia, no ‘jugó’ con nosotros. Además, los que estábamos en general no lo escuchamos ni lo vimos.
Jenny Ampuero
Catedrática de la Uagrm
Me parece inconcebible que un artista de la talla de Marc Anthony no tenga el respaldo técnico que necesita. Los de general empezamos a gritar: “No se escucha, no se escucha”, y los de curva gritaron: no se ve, no se ve. El escenario estaba armado muy al fondo y las pantallas de los costados del escenario no funcionaron, nosotros, los de general, no podíamos ver a Marc; además, el sonido fue desastrozo.
Óscar Uriarte
Periodista
Un concierto, sobre todo los que reúnen a más de 30.000 personas, debe tener la misma o mejor seguridad que tienen últimamente los clásicos Blooming-Oriente. Hablo de más de 300 policía, más de 10 fiscales, unos 100 efectivos de seguridad privada, anillos de seguridad y sobre todo se deben abrir las puertas por lo menos cinco horas antes de que se inicie el espectáculo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario