El presente texto es un fragmento de la deliciosa conversación que mantuvo Beck con Caetano Veloso durante los últimos días del año pasado. Colados al teléfono por varias horas, ambos músicos compartieron anécdotas y elogios en una entrevista que se encuentra completa en www.beck.com/irrelevant Aquí les traemos la traducción, en exclusiva para RAMONA, de una de las más interesantes partes de ese diálogo (Traducción de Javier Rodríguez C.).
Beck Hansen (BH): Estaba recordando cuando conocí tu música. Me criaron escuchando muchos discos brasileros. Mi madre siempre ponía a Jobim, supongo que era música de su infancia. Escuché todos esos discos en mi casa mientras crecía, así se convirtieron en una referencia tan fuerte para mí. Tanto como los Rolling Stones, los Beatles o los Ramones… Fuimos a muy pocos conciertos, cuando era niño y, de hecho, el único que recuerdo fue uno de Jobim con su familia. Fue una presentación pequeña, pero me conmovió la música. ¡Toda su familia estaba tocando con él! Caetano Veloso (CV): Fantástico.
BH: Así que tal vez se trate de la nostalgia por una parte de mi niñez; estoy muy feliz de haber descubierto esa música a esa edad
CV: Te digo que nada desde que escuché a Joao Gilberto me ha pegado con la mitad de la fuerza que esa música. Sucedió en 1959. Tenía 17 años y fue un desastre y una iluminación. Todo al mismo tiempo. Fue tan hermoso, tan poderoso. Es más, después de haber visto y escuchado tantas cosas a lo largo de las décadas, nunca me he encontrado con nada que se haya convertido musicalmente más importante para mí que Joao Gilberto. Incluso ahora, cuando lo escucho cantar me digo “No hay nada como esto.” Hasta Bob Dylan en “Bringing it all back home” escribió, “A la gente puede gustarle un suave cantante brasilero, pero yo he declinado toda aspiración a la perfección.” Y en sus crónicas, su autobiografía, menciona a Joao Gilberto, pero no a Jobim! (ríe). Eso es muy Dylanesco. Menciona a Joao Gilberto a Roberto Menescal y Carlos Lyra, que fueron muy importantes en la Bossa Nova, pero no menciona a Jobim! (ríe)
BH: (Ríe también) ¿Pero en qué contexto los menciona?, ¿Los escuchaba?
CV: Dice algo como que…”Mientras nosotros estábamos haciendo esas cosas en Nueva York sentí que creábamos un nuevo ambiente, un nuevo mundo. Sabía que no estábamos solos porque mientras nosotros estábamos haciéndolo en Nueva York, en el Brasil Joao Gilberto, Roberto Menescal y Carlos Lyra estaban inventando la Bossa Nova”. Antes de “Like a Rolling Stone” y de que se convirtiera en rocanrolero, la gente con la que Bob Dylan vivía y salía en Nueva York, escuchaba mucha Bossa Nova. Ellos respetaban esa música refinada y reaccionaron contra Bob Dylan cuando reunió una banda de rock’n’roll para tocar, así que por eso cita a esta gente en su libro.
BH: Eso tiene sentido, ahí debe haber conocido esa música mi madre. Ella era una adolescente en el Village de los primeros sesenta; eso debió ser parte de la banda sonora de ese momento y lugar. Tenía esos discos muy gastados. Pero creo que Dylan da en el clavo al reconocer la perfección de esa música. Ese sonido tiene una calma y una fortaleza debido a esa cualidad que no necesita ser muy ruidosa para impactar. Tiene el mismo efecto que música mucho más ruidosa, a pesar de esa quietud. Eso es algo que se afianzó muy lentamente, al escuchar aquellos discos. Es muy poderosa sin demasiado esfuerzo –lo que es dificilísimo de lograr, impactar sin que parezca mediar demasiado esfuerzo en ello.
CV: No hay duda.
BH: Cuando empecé a actuar en vivo, pensaba que tendría que prenderme en llamas –literalmente– para atraer el interés del público. Sin embargo me atraen más los músicos que simplemente están ahí, parados con una buena canción, y que no tienen que hacer nada más para atrapar a la gente.
CV: Por supuesto. Pero inclusive hoy, como entonces, alguna gente en el Brasil reacciona ante lo que estamos haciendo, denunciándonos como simples imitadores del cool jazz. Y de algún modo lo éramos, pero si escuchas a Chet Baker, y sabemos que Joao Gilberto lo escuchaba, aún así lo que produjo fue siempre increíblemente original y diferente de aquello. Pero la reacción que siguió a Gilberto y sus pares fue de una enorme originalidad, algo enteramente diferente del cool jazz. El ritmo, las ideas y el fraseo eran tan particulares…
BH: Es verdad. Todo lo que hizo con ello y lo que decidió no hacer. Esas cosas ausentes son también parte de aquella música.
CV: Así es.
BH: Yo conocí tu música hacia el final de mi adolescencia. Uno de mis mejores amigos conseguía trabajos raros y ahorraba así un poco de dinero, que gastaba luego en viajes. Un año se fue a España. Tenía una habitación diminuta en un condominio, que yo solía ocupar cuando él salía. Cuando tenía 19 o 20, se fue al Brasil. Entonces parecía un lugar increíblemente distante. Al regresar hablaba un portugués impecable.
CV: Fantástico.
BH: Llegó con poco dinero pero se las arregló para quedarse seis meses. Trajo muchas historias y una bolsa llena de cassettes que compró en las calles. Escuchamos todos esos cassettes mientras me contaba su viaje. Atravesar en bote el Amazonas, adentrarse en ignotas comunidades rurales. Todas esas descripciones tan detalladas. Fue mi introducción a tu música. Creo que trajo un cassette de Jorge Ben además de algunos otros. Me traducía las letras. Escuchamos esas cintas una y otra vez. Parece gracioso, pues por entonces había muy poca información sobre esta música y sus historias, su trasfondo histórico… me enteré de todo eso mucho después, pero la música me impactó. Me enamoré de ella y la absorbí sin parar. No se podía, entonces, entrar al internet y averiguarlo todo, así que permaneció como un gran misterio para mí. Más tarde intenté apropiarme de esa influencia. Estaba tan atrapado por esos discos. En medio de una gira, en el único lugar en el que encontré esos discos fue el Japón. Me levantaba temprano y me metía en cada disquería, encontrando de vez en cuando un disco. Recuerdo que encontré uno de tus discos epónimos, tienes como 3 o 4, ¿no? Me encanta que tengas 4 discos epónimos.
CV: (Se ríe)
BH: Uno tiene la tapa blanca y “El bote vacío”, ¿Verdad?
CV: Sí, además de mi firma.
BH: ¡Claro, con tu firma en la tapa! Recuerdo encontrar ese disco y sentir que había hallado un disco que imaginaba que existía pero no tenía idea de cómo encontrar. Mientras trabajaba en mis primeros discos, incorporando esa técnica de collage que escuché en la música concreta y el hip hop, esa parecía ser una idea empleada mucho antes en la Tropicalia. Mi abuelo, un artista involucrado en el movimiento Fluxus y un poco con Warhol, hizo collages con colillas de cigarrillo y envolturas de chocolates Hershey… Me fascinaba la idea de cortar y pegar estilos musicales descartados, apilarlos, unir uno al otro. Pero entonces escuché Os Mutantes y me dije “Un segundo, ¡Ya lo hicieron antes! (ríe) ¡Treinta y cinco años antes!”
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