El DJ Marcel Soux explicó que esta corriente se generó entre los años 60 y 70 y se fue desarrollando hasta la actualidad, aunque en Bolivia no fue muy popular. Sin embargo, los últimos años se comercializó producciones de esta línea y como consecuencia a la alta demanda emergieron artistas. “La diferencia que veo en las propuestas electrónicas es la libertad que poseen las personas ahora, como bailar solo, disfrutar y permitirse entrar en trance, porque la música también tiene una conexión con lo físico”, sostuvo.
El cuerpo de cada persona genera ciertos químicos que activan sentimientos y sensaciones al exponerse durante un tiempo determinado a frecuencias sonoras y patrones repetitivos. Después de 45 minutos que uno escucha este tipo de patrones, el cerebro segrega endorfinas de manera natural. Su consecuencia: mayor sensibilidad visual, sonora y, para muchos, mayor conexión espiritual.
“Es por eso que en una fiesta electrónica te empiezas a sentir más libre para poder compartir ese tipo de sensaciones en público, si así se podría decir. Es una forma diferente de pasarla bien y por eso ahora las personas están entendiendo un poco más el contexto de la electrónica”, argumentó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario