En una tutuma podría caber, toda la alegría que yo conseguí… y engancha... a esa pelada, yo le regalaré, para su santo un sombrero de saó… Sí, el mismísimo Horacio, que se encumbró con canciones como Perdón doctor y Zamba del carbonero, está cantando a voz en cuello el folclore oriental. Y lo siente. Ya quiere llegar.
“Yo soy un hombre de los montes, un producto de la gente que me dio alas para llevar mi música a todas partes”, dice el autor de más de 600 canciones, que logró que los ritmos argentinos se escucharan fuerte y claro en Canadá, Israel, Francia, Colombia, Polonia y un largo etcétera.
Apasionado, en toda la extensión de la palabra, ni el exilio ni las amenazas de gobiernos militares de la década de los 70 pudieron callar su voz. “No olvido mi origen humilde, por eso los malos gobiernos me encarcelaron. Defender a mi gente me costó persecuciones, pero yo no odio a nadie. Vivo contento, la vida es bella”, manifiesta.
Guarany dice no recordar los años lleva subiendo y bajando de los escenarios, afinando su guitarra y escribiendo sus novelas.
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