lunes, 10 de abril de 2017

La Chiva respira



“El museo de los niños muertos” es más que una alusión a un espacio en desuso, cuya silente presencia en nuestra ciudad, se impregna claramente en la nueva propuesta de una de las mejores bandas de nuestro medio: La Chiva.

La solidez de la labor de estos artistas, trasciende esta vez, más allá de su ya consabida capacidad musical pues permiten la irrupción de su espacio de trabajo al sonido buscado y más aún, al concepto mismo de este nuevo disco. Una especie de viaje de afuera hacia adentro, comparable tal vez a una intervención de espacio en el mundo de lo escénico, con el que, en esta ocasión, comparten además la naturaleza efímera de la ejecución en vivo, que permite sacarle provecho a esa potencia en comunión que caracteriza a una banda sonando al unísono.

El disco, parafraseando una de las canciones incluidas en él: rompe, rema, danza, siente, vibra, canta, corre, flota y vuela mientras nos habla de alas que se agrietan condenando a la caída a aquello que ineludiblemente alguna vez supo volar con el viento. Referencia, tal vez, a esos sueños e inocencias rotas – en contraste con aquellas otras que aun encontramos intactas.

Mientras escucho los sonidos que me regalan este viaje, sigo descubriendo pequeños guiños de la travesura realizada y es inevitable volver una y otra vez a ese lugar que, en años pasados, se cargó de una poderosa energía con todo el arte que, en su momento, tuvo el placer de transitar sus recovecos.

Entre otros, que siempre apoyan lealmente el trabajo de la banda y que para este proyecto ayudaron específicamente en la adecuación acústica del espacio, esta vez, encontramos y reconocemos la mano de So Myung que en pocos días, realizó la buena labor de capturar ese momento en el que la música sucedía, en ese ahí y ahora siempre tan fugaces.

Esta propuesta es una muestra de lo que sucede cuando el artista se deja atravesar por su realidad y su contexto en lugar de usar su posibilidad de expresión sólo como una catarsis que le permita escupir y vomitar su mundo interior. Hay respeto a la respiración, a la implosión, al viaje inductivo, a la carga previa a esa explosión inevitable. Inhalar es siempre anterior a exhalar y se percibe ese dejarse conmover en este material.

Las ocho canciones de este “museo de los niños muertos” van dibujando curvas y contra curvas evitando que la línea recta domine el paisaje. Golpes y caricias se intercalan librando al escucha de la monotonía. Se corren riesgos, es más, todo el disco parece un gran riesgo y eso se agradece porque el artista que se repite a si mismo bajo recetas que siempre le funcionaron, condena a su propuesta a ser un objeto estático que va perdiendo la gracia poco a poco. Lo que, como ya dijimos, no pasa en este caso.

Lo experimental de la propuesta, se evidencia no sólo en los nuevos sonidos (como la percusiones de Nacho Rocha) integrados al abanico, sino también en la diversidad de temáticas que sin duda reflejan las nuevas experiencias vivenciales que conmueven actualmente a los miembros de la agrupación que por supuesto no son las mismas de hace cinco años.

Claro que para aventurarse hay que tener una brújula y a mi parecer, La Chiva la lleva bien calibrada y apuntando al sur. No es coincidencia el apoyo que reciben del público que los corea y acompaña también más allá de nuestra ciudad.

Ante un proceso creativo como este, salta a la luz el aporte de cada pieza pero más que eso, la capacidad en conjunto de los engranajes que nos recuerdan que, en este universo, uno más uno siempre es más que dos. No es sencillo encontrarse en estos espacios y en estas labores pero el tiempo que estos músicos llevan juntos, es aceite que lubrica perfectamente este trabajo haciendo que los nuevos engranajes encuentren un lugar suave para asentarse acrecentando las posibilidades.

Lo que pasa también es que la mayoría de los miembros ya llevan casi la mitad de su vida caminando paso a paso en esta senda compartida, una amistad de esas que se torna en familia y que la experiencia nos muestra que es pulso e impulso de los proyectos que, en buena compañía, tienen más posibilidades de volverse algo tangible con el paso del tiempo.

Los que conocen a La Chiva, saben que son un andar que no se detiene desde el año 2003, un grupo sin poses o constructos artificiosos; son como un suceso, una alegre coincidencia de encuentros que sigue ofreciendo su arte alejándose de chovinismos regionales o nacionales y que sabe aclarar sus posturas ante las malintencionadas direccionalidades que hace poco tuvieron que enfrentar en entrevistas ante medios de comunicación parcializados.

Según comentaron, durante el resto de este año, pretenden continuar con la serie de presentaciones de este nuevo material, al que también corresponderá hacerle la labor audiovisual pertinente para el lanzamiento de los siguientes cortes.

Su nuevo disco, “el museo de los niños muertos” fue presentado en diferentes ciudades del país (en Sucre el pasado viernes 7 en el Centro Culturar El Termitero), y esperemos que la gente se sume y siga acompañando su trabajo en los años venideros.

ALGUNAS PREGUNTAS PARA LA CHIVA

PyL .- David Byrne escribe sobre cómo la arquitectura, la tecnología y los negocios han alterado nuestro modo de crear y escuchar la música, en su caso El museo de los niños muertos se refiere a un espacio en particular. Cómo afectó el proceso de grabación y producción de su nuevo material este escenario.

L.Ch.- El museo de los niños muertos no sólo hace referencia al espacio sino también al hecho de que ese espacio albergó alguna vez justamente eso: niños.

Durante el montaje de la escenografía se utilizaron algunos materiales que estaban en la parte trasera del escenario, alrededor habían cajas llenas de juguetes, títeres, materiales didácticos para niños, todo totalmente empolvado. Varios de los que formamos parte del grupo relacionamos el ambiente del lugar con nuestra infancia, de haber estado antes en ese lugar.

El museo de los niños muertos también hace referencia a la eterna inocencia, a que el paso del tiempo no se lleva consigo todo aquello que pensamos cuando somos niños.

Este escenario, acústicamente, aportó mucho al sonido, pues la banda tenía la intención de grabar en vivo, y el lugar era amplio y con una acústica estable, fueron cinco días de trabajo en un espacio diferente y cómodo. Registrado por So Myung Yung en sonido, “la mákina produce” en video, y en la escenografía, Israel Navia.

PyL .- Existe un giro en cuanto al sonido de este material. Al menos, esa es mi percepción. Hay un desplazamiento en la textura de las canciones, ya no es La chiva pura y dura, se podría decir. A qué responde este movimiento sonoro. Este movimiento de avance y ruptura en este último material. ¿Es lo que querían conseguir? ¿Esto les abre más horizontes en el futuro?

L.Ch.- En cuanto al sonido, es algo que veníamos trabajando hace mucho tiempo, canciones que ya se tocaban en vivo de manera instrumental, además del hecho de poder experimentar con más sonidos e instrumentos, también se realizó la inclusión de Nacho Rocha en la percusión, y sabemos también que el sonido fue de cierta manera un reflejo de nuestro estado de ánimo, además de la decisión de grabar el disco en vivo y sin gente.

Esperamos, desde luego, que este disco pueda abrirnos nuevas oportunidades de continuar haciendo música.

PyL .- Hubo una polémica en torno a lo que dijiste en un programa de televisión. Quiero hablar de los circuitos en los que gira el rock boliviano y qué peso específico tienen.

L.Ch.-Fue una respuesta que se malinterpreto, queremos pensar eso, porque para nada creemos ahora que se haya dicho algo de lo que debamos arrepentirnos, se trataba de un “juego”, y lo afrontamos como tal, en ningún momento quisimos generar agresión o crear polémica.

PyL.- A todo esto, las nuevas tecnologías cómo han influido en el flujo de la música y cómo piensan aprovechar estas nuevas carreteras donde cada vez menos, son necesarios estos espacios tradicionales, muchas veces infectados por la falta de pluralidad y horizontes críticos.

L.Ch.- Las nuevas tecnologías nos dan la posibilidad de compartir nuestro trabajo y nuestra forma de pensar, nuestro disco esta en todas las plataformas de descarga en la red, links de descarga gratuita, videoclips y eventos, estamos conectados con bandas amigas de la ciudad y de varias partes del mundo a través de las redes sociales, también compartimos de manera constante los eventos de bandas amigas.

Creemos que las nuevas tecnologías se han insertado cada vez más como un medio de difusión masivo, que de cierta manera irán desplazado a la televisión o a la radio, sin embargo lamentamos que nos existan más espacios de difusión de música, que los pocos que existen no brinden espacio a la pluralidad de pensamiento, entre otras cosas.

LA CHIVA EN BREVE

La Chiva nace el año 2003 en Sucre, Bolivia.

2004 año de grabación del primer disco homónimo “LA CHIVA”, doce canciones propias inspiradas en historias, inquietudes y vivencias de la joven banda.

2006, quince composiciones dan a luz a "EL VAGÓN", disco que demuestra la versatilidad musical de la banda en la ejecución de un estilo cada vez más sólido y propio. Es la primera chispa de una nueva historia en el Blues Boliviano.

2010 “A MIL AÑOS BLUES” tercera producción discográfica, disco que lleva a la banda a girar por Bolivia, consolidada y con miles de seguidores explota en todos los escenarios.

2014 se lanza el primer disco en vivo y cuarto en su registro “AZUL” con doce canciones grabadas en distintos escenarios muestran toda su energía.

2017 “El Museo de los Niños Muertos” disco grabado en vivo por So Myung Jung en un museo de niños abandonado de la ciudad de Sucre, ocho canciones que muestran una nueva cara de la banda, sonidos y líricas que mutan en busca de un sonido cada vez más propio.

LA CHIVA:

Gonzalo Pardo Padilla– Guitarra y Voz; Sergio Carrasco Michel – Bajo y coros; Carlos Eduardo Zegada Raya – Batería; Ignacio Rocha - Percusión

El autor en breve

Pacho (Alejandro González Romero), nació en Sucre, el 14 de junio. Estudió psicología y es egresado de la carrera de derecho. Es actor y director de teatro, cantautor, escritor, ilustrador y diseñador gráfico.

Fundador de la compañía de teatro Fantasmático, del colectivo Cantautarte y del Grupo Literario Miércoles de Ceniza; es miembro del Grupo de Teatro La Cueva y de la Compañía de Títeres Paralamano.

Actualmente lleva adelante diferentes proyectos artísticos, entre los que destacan en lo musical “Pachajcho y los avergonzados de siempre” y dos proyectos formativos y de laboratorio teatral con jóvenes de secundaria en el municipio de Monteagudo como parte de su compromiso con el desarrollo artístico y cultural de Chuquisaca.

Su labor artística en diversos rubros lo ha llevado a países como Perú, Venezuela, Brasil, Argentina y México donde tuvo la suerte de participar del taller de crítica dictado por Vivian Martínez (directora de la revista Conjunto de Casa de las Américas – Cuba).

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