domingo, 20 de septiembre de 2015

El rock boliviano va a conquistar Argentina’



Estheban Reynoso es el productor-mánager-fanático de rock argentino y precursor de la difusión del rock boliviano en Buenos Aires, considerada la capital del género en Latinoamérica. Ya lleva más de una década promocionando y difundiendo lo que hacen músicos bolivianos y, aunque en un principio supuso una titánica tarea, ya empieza a cosechar sus frutos logrando el reconocimiento —en la tierra de Pappo y Spinetta— de lo hecho aquí, a través del Bolivia Rock Fest.

— ¿Cómo empieza su relación con el movimiento rockero de Bolivia estando usted aquí, en Buenos Aires?

— En 2005 cayó en mis manos el disco Talismán, de Octavia, lo cual fue una grata sorpresa para mí. En 2006 conocí al guitarrista Gonzalo Gómez (argentino radicado en Bolivia), quien tocó en el festival Cosquín Rock de aquel año y quien me empezó a comentar sobre los grupos y el ambiente rockero boliviano. Ahí comenzó mi curiosidad por descubrir lo que se había hecho en más de 50 años de historia.

— ¿Qué le sorprendió?

— La calidad y, sobre todo, que no haya sido descubierto por el resto de Latinoamérica. Yo sé que se mira mucho lo que se hace en Argentina o en México, pero realmente me sorprendió que se haya hecho rock en Bolivia en todo este tiempo y que no sea reconocido. El rock boliviano tiene una sensibilidad y una musicalidad distinta a la del resto de los países de la región. El boliviano en general, más allá de los modismos regionales, maneja un castellano muy fluido y eso se transmite de alguna manera en sus letras. Es una de sus particularidades.

— ¿Cuáles son los grandes referentes del rock boliviano?

— Si nombras una banda chilena salta La Ley; de México, Maná. Y de Bolivia, sin dudas, Octavia. Este grupo hace las cosas de manera muy profesional; acá en Buenos Aires tocaron 19 veces y la cosa fue creciendo: de haberse presentado en un local para 100 personas como Loca Bohemia y el último concierto haberlo brindado en el Vorterix, uno de los templos de la ciudad en materia de rock. Pues sí se puede decir que han crecido enormemente. Su propuesta en el ámbito musical es muy buena no solo para el mercado argentino, sino para el mercado latinoamericano en general, porque tienen un sonido muy particular. Te puedo asegurar que es mucho mejor que muchas de las propuestas que tenemos acá en Buenos Aires.

— Habla sobre los grupos recientes pero también escuchó a bandas de antaño, ¿cree que ya eran exportables?

— Lamentablemente, el rock boliviano no estaba pensado para exportarse y yo lo entiendo, por la falta de infraestructura en ese aspecto. Pero ya hay toda una historia vivida, son más de 50 años en los que el rock boliviano hizo un camino y construyó mitos y lugares míticos como El Socavón, La Muela del Diablo, Clapton, Equinoccio... Ya es hora de que los rockeros de Bolivia miren más al mundo y produzcan pensando en otros mercados. Buenos Aires es un primer paso, pero también puede trascender hacia otros países y continentes.

— ¿Cuáles son las falencias en la producción de rock en Bolivia?

— La difusión, la promoción y, principalmente, el autoconvencimiento de que sí se puede. Un amigo me dijo que yo lo había desvirgado al Grillo Villegas fuera de Bolivia, y creo que eso debería pasar con todos: es bueno y hasta necesario salir, y eso es algo que se debe entender. Sería un sueño ver a grupos como Loving Darks tocando por aquí. Para el mercado argentino y sus fanáticos sería un verdadero descubrimiento saber que en Bolivia se hacía buen rock hace ya tanto tiempo. Yo noto que a veces los grupos pelean entre sí, y eso es una pérdida de tiempo. Ojalá la pelearan con Pink Floyd, pero se enemistan con el compañero cuando hay que pelearla con el mundo. Cuando vienen a Buenos Aires cambia la cosa, porque se unen por un motivo, que es el de mostrar el rock de Bolivia.

— ¿Hay mucha receptividad aquí?

— Seguro que sí, y no solo entre la colectividad boliviana. Tal vez en un principio se dio de esta manera, pero ya empieza a convocar a un público argentino que lo desconocía totalmente. Lo mismo pasó con el rock uruguayo, que pasaba desapercibido y ahora mueve multitudes. Así como van las cosas, el rock boliviano va a conquistar Buenos Aires, llenando ya no boliches, sino teatros. Yo sueño con llenar el Luna Park o algún estadio. La primera reacción cuando hablas de rock boliviano es la sorpresa, me ha pasado con varios colegas, el hecho de que tenga tanta historia como el rock argentino. Así que no haya dudas de que el gran día del rock boliviano en Argentina va a llegar.

— ¿Los grandes hitos?

— La presentación de Octavia en el canal deportivo Fox Sports fue sin duda un hito importante porque trascendió lo musical. Y así con otros canales de noticias. Y organizar un concierto en Vorterix también fue un hecho histórico. Lo mismo con el festival Buenos Aires celebra Bolivia, organizado en la histórica Plaza de Mayo, que en la versión de este año incluyó a los grupos Efecto Mandarina, Mammut, OIL y Animal de Ciudad.

— ¿Cuáles son los planes de aquí en más?

— El Bolivia Rock Fest ya se hace tres años seguidos en Buenos Aires y ya me han pedido que los repliquemos en Uruguay y Paraguay. Eso es algo que debemos trabajarlo de a poco. Y seguir trabajando en esta tarea que tanto nos apasiona. Como dije, ya es hora de que los rockeros bolivianos piensen en grande, porque son grandes de verdad.


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