domingo, 20 de julio de 2014

Ulupika Música boliviana para parar las orejas



Miguel Llanque durante dos semanas dedicó varias horas del día a recorrer el centro de la ciudad de La Paz y grabar sus sonidos. Y luego procedió por montaje y les dio una estructura: hay sonidos en el aire, en la superficie y también en los ríos subterráneos de la urbe. Esa es su obra electroacústica llamada Esmoke.

En el otro extremo, que se antoja un espacio íntimo y mínimo, Canela Palacios se valió de la sonoridad de guitarrillas y charanguitos de juguete —de esos que en tiempos más felices se podía encontrar en la feria de Alasita— para crear una sucesión alternada de pequeñas piezas.

Y Sebastián Zuleta, por su lado, utilizó en Alegoría botellas y objetos de metal junto a instrumentos andinos de percusión. Y también Lluvia Bustos Soria se valió de los elementos electroacústicos en su obra Nostalgia tanto como Alejandro Rivas, en Péndulo, integró una cinta grabada a los sonidos de un clarinete.

Estas aventuras creativas sonoras se pueden escuchar en el disco Ulupika, música boliviana del siglo XXI —editado por Brujas Records—, que se pondrá en circulación con una presentación en vivo el jueves 22 de julio a las 19.00 en el auditorio del Instituto Goethe (Av. Arce esquina Campos).

El aire experimental de las obras descritas no debe llevar, sin embargo, a equívocos. Llanque, Palacios, Zuleta, Bustos y Rivas son compositores de formación académica que se han definido por el ámbito de la música contemporánea. Un camino exigente que en Bolivia tiene una sólida tradición —por ello mismo, quizás, un camino doblemente exigente—. Casi todos estos compositores recibieron su primera formación en el Taller de Música de la Universidad Católica Boliviana con maestros como Carlos Rosso, Alberto Villalpando y Cergio Prudencio y la enriquecieron luego con experiencias y aprendizajes diversos.

En el título del disco se anuncia que se trata del primer volumen, lo que implica la continuidad del proyecto fonográfico. No lo ignora Llanque cuando dice que “la idea es una serie de discos que vaya recogiendo el trabajo de compositores y les dé a sus obras la posibilidad de ser escuchadas”.

El disco, por otro lado, se inscribe en una renovada actividad en torno a la música contemporánea que, en el caso de estos músicos —y otros tanto compositores como intérpretes— tiene como un punto de articulación a Casataller, un espacio cultural que desde hace dos años ofrece periódicamente conciertos de música contemporánea, talleres y otras actividades que integran la música con otras disciplinas artísticas. Anoche, por ejemplo, el Ensamble Maleza —dirigido por Miguel Llanque— interpretó en Casataller obras de cámara del compositor boliviano Alberto Villalpando en un concierto didáctico en el que el público pudo interactuar con los intérpretes.

Ulupika, música boliviana del siglo XXI es también —como toda recopilación o antología— es también una suerte de muestrario de las diversas preocupaciones y ocupaciones estéticas y expresivas de estos jóvenes compositores. Ahí están sus búsquedas de sonoridades poco convencionales, sus planteamientos formales y sus soluciones a problemas musicales.

Se presenta el jueves 24 en el Goethe

El disco ‘Ulupika. Música boliviana del siglo XXI’ se presentará el jueves 24 de julio a las 19.00 en el Instituto Goethe (Av. Arce y Campos).

El disco contiene las obras: ‘Esmok’, de Miguel Llanque; ‘Guitarrillas’, de Canela Palacios; ‘Péndulo’, de Alejandro Rivas; ‘Alegoría’, de Sebastián Zuleta; y ‘Nostalgia’, de Lluvia Bustos Soria.

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