domingo, 13 de enero de 2013

La auténtica decadencia del rock argentino

Sergio Calero

Era la fuente de donde bebieron todos los países latinoamericanos, el Rock argentino fue el puntal en la adaptación de los ritmos, sonidos y propuestas angloamericanas y el país más firme en la apropiación del rock al contexto cultural. Por décadas iban apareciendo artistas y grupos que, según las tendencias, recreaban una y otra vez lo propio al grado de bautizarse como: “Rock nacional”, indiscutible rótulo para discos donde el tango o la zamba se vestían de rock. Canciones con líricas de profunda definición que hasta hoy perviven pasando de generación en generación.

Todo esto fue obra de pioneros gigantes como Litto Nebbia, Luis Alberto Spinetta y Charly García y con el transcurrir de los años con el aporte de otros iluminados nombres de tremenda convocatoria e influencia continental como Pappo Napolitano, Fito Paez, Gustavo Cerati, Andrés Calamaro, Pedro Aznar, León Gieco y una lista extensa de grupos prolíficos como Los Gatos, Arco Iris, Vox Dei, Serugirán, Virus, Soda Stereo, Los Redonditos, Zumo, Zas y Divididos y muchos otros. Eran otros tiempos, aunque no muy lejanos.

Al concluir 2012 la etiqueta de “Rock Nacional Argentino” la tienen pegadas grupos de cumbia villera, merengue, reaggetón, cuarteto, hip hop e incluso perreo. Ritmos válidos y respetables dentro de la música tropical bailable, lo cuestionable es que figuren como figuras del rock. Aquí cabe prestarse la frase de Vargas Llosa y adaptarla “¿cuándo se jodió el rock argentino?”.

El “cuando” está definido por los “quienes”. Intentemos una lista. Para empezar Los Fabulosos Cadillacs que triunfaron a nivel continental con una notable batucada brasileña Matador, pero que luego desplegaron su carácter expansivo a lo tropical, manejando el rock sólo como rótulo para vender discos facilones y triviales. Para mal del rock su disolución encontró continuidad en el vocalista Vicentico que sin rubor se roba la forma de cantar de las estrellas centroamericanas para venderla como suya.

A los Cadillacs les siguieron émulos de peor factura como Los Calzones Rotos, Los Pericos, La Kapanga y La Mosca.

Por otro lado, surgieron los Bobosónicos; corrijo, en realidad, son Babasónicos, estandarte del llamado “nuevo rock argentino”, que bien podría titularse como el “nuevo rock bobo” por un sonido y un repertorio armado sobre la complacencia más adormecedora que se ha oído desde que Los Náufragos dejaron de cantar en la década de los años 70.

En el nuevo milenio surgió Miranda dentro del más anodino electropop y con textos dignos de un nuevo lunfardo argentino :

“Hoy, una mañana te veré llegar

y descubriré que yo solo ya no estoy mejor.

Y te pediré que me acompañes,

A donde en verdad no sé”.

En los noventa vino la peor de las traiciones, un verdadero parricidio. El dúo Iliya Kuryaki and The Balderramas, protagonizado nada menos que por el hijo de Spinetta, Dante, quien con su socio Emmanuel Horvileur desbordaron la pista de baile con el más nauseabundo hit que ha podido parir el pseudo rock argentino, Abarajame, y luego como muchos otros grupos tropicales, afanando el estilo a El General de Panamá continuaron ganando públicos de (nótense las comilas) “rock” haciendo mover el “coolo”. Afortunadamente el dúo se separó en 2002, pero luego de intrascendentes carreras solistas, volvieron el pasado año con un nuevo hit que jamás se hubiese pensado que podría venir de un Spinetta: Ula ula.

Y dejo para el final a los mayores responsables de este muladar, conscientes ellos de su propuesta a mediados de los ochenta se bautizaron con el nombre preciso: “Los Auténticos Decadentes” y que fieles a ello han desplegado la mayor cantidad de bodrios que el rock ha podido tolerar.

Estos nombres son los que actualmente figuran como representantes del llamado “rock argentino”; por supuesto, hay varios otros que no vale la pena ni siquiera nombrarlos. Afortunadamente hay la otra cara, quizá con menos promoción, pero con propuestas de rock como Catupecu Machu, La Renga, Ciro, Tipitos, Carajo. Pero son los menos.

A ello hay que añadir algunos aspectos determinantes. Desde los noventa el rock argentino se tornó barrial y con pleno derecho dejó de ser exportable para identificar primero a los locales, aunque perdiendo ambición, llegada y trascendencia. En los últimos años otros hechos parecen haber definido la caída y el letargo del rock. La Tragedia de Cromañón en 2004 donde perecieron 200 personas y que le arrancó al rock ese componente comunal y de convivencia que lo caracteriza. El desvanecimiento de Gustavo Cerati en un “sueño eterno” en mayo de 2010, dejando en vilo la prolijidad y la vida de uno de los más influyentes artistas de rock. A ello habrá que sumar la muerte de Spinetta el pasado año, como para suponer que el rock argentino parece haber tocado fondo, y hoy baila su agonía con ritmos tropicales en lo que ya Cerati cantó y que se adapta plenamente a lo dicho: “música ligera, nada nos libra, nada más queda”.

2 comentarios:

  1. ¡Qué buen texto, carajo!
    Saludos, desde Buenos Aires, Argentina.

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  2. No hables del rock argentino sin saber. Buscá en youtube bandas argentinas como Triddana, Tersivel, Electronomicón, Octafonic, Maxi Trusso, Skiltron, Poncho, Vudu (la de Rosario), y te vas a dar cuenta de que no tenés la menor idea de lo que es el rock argentino de hoy.

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