martes, 15 de enero de 2013

Chola Chalá: folklore criollo

i mezcláramos un aro aro, una zampoña y un “¡Olé!”, ¿qué saldría? Tres músicos paceños se han atrevido a hacer el experimento. El resultado: cuecas con toque flamenco, sayas con ritmos andaluces, cholitas agitanadas bailando rumbas que hablan del personaje del Pepino, y una puesta en escena que es, como su música, pura fusión. Son los Chola Chalá, un grupo paceño en el que se mezclan guitarras, cajón, pandero, palmas, bailarinas con atuendo de paceña antigua y el look de los cantantes, una combinación entre cantante gitano y pirata de ficción a lo Jack Sparrow.

“Estamos agitanando el folklore”, explica Mauricio Machicao, voz y guitarra del grupo, funciones que comparte con Mauricio Montero. Ambos, junto con Carlos Duchén, percusionista, dieron vida a Chola Chalá a mediados de 2011. Los tres tienen trayectoria en otros grupos: Machicao viene del rock (Puma Punk), Montero, de la trova (Entre Dos Aguas), y Duchén es miembro fundador de la Tuna Compostelana de La Paz.

En su casa, Machicao siempre ha escuchado flamenco gracias a su madre, fan de este estilo, así como de la copla. Él mismo era parte de otro grupo, A todo palo, que hacía versiones flamencas. “Teníamos una de La Llorona, pero en bulería”, cuenta.

El trío musical se unió en 2010 para hacer algunos conciertos de música flamenca, sin dejar de lado sus otros grupos.

Un viaje revelador

Al año siguiente, Machicao se fue de viaje a España: visitó Sevilla y Madrid, donde están los tablaos (locales donde se canta y baila flamenco) más importantes de España. Mientras hacía el recorrido, escuchaba la saya afroboliviana que llevaba en su iPad. Al final de su ruta llegó al norte, a Santiago de Compostela. Allí se puso a probar algunos acordes con la guitarra. Entonces, le vino la idea de fusionar folklore boliviano con la música del sur de la península Ibérica.

Y regresó a Bolivia con esa idea en la cabeza, que compartió con Montero (el experto en folklore del grupo) y Duchén. Poco después se metieron al estudio de grabación para crear su primer disco, compuesto por bulerías, sayas, huayños, cuecas y rumbas, que lleva por título A luz encendida, como una de sus canciones. “Lo más complicado ha sido no caer en lo que se confunde como fusión”, dice Montero. “Por ejemplo, ponerle zampoña al rock”. El trabajo de los músicos del grupo ha sido desgranar cada estilo para luego rearmarlo mezclándolo con otro y conseguir así el toque mestizo que caracteriza al grupo.

Al elenco se unieron más adelante las “bailaoras” Viviana Mercado y Carolina Montero y el bailaor Andrés Guarachi. Son parte fundamental del espectáculo, que se presentó por primera vez en el Teatro Municipal Alberto Saavedra, el 3 de agosto. Son los que interpretan, cuerpo en movimiento, el peculiar estilo del grupo. Ellos, como los músicos, también fusionan, y en canciones como en la saya Yatiri mezclan el girar de manos de las bailaoras andaluzas con el contoneo típico de las mujeres afrobolivianas cuando danzan.

Aunque también tienen canciones netamente flamencas, aseguran que le dan su punto de fusión. “La rumba la manejamos de forma paceña”, afirma Machicao. ¿Cómo? “Las letras son criollas. Por ejemplo, hay una rumba que es sobre el Pepino. También incluimos modismos paceños:  ‘De noche vas a venir, yo te voy a curar. Y, si sigues llorando, yapa te voy a dar. Sabes, no ve, yo puedo hacerte olvidar’”. Además, y en el afán de añadirle más paceñidad al asunto, los músicos ya han puesto el ojo en la poesía de Jaime Saenz y en la morenada, para agitanarlas por igual.

En la puesta en escena del grupo se recrea el ambiente de una taberna cualquiera, que podría situarse en la primera mitad del siglo XX, y se juega con la proyección de imágenes en grandes pantallas. Montero puntualiza: “Chola Chalá no hace flamenco, hace folklore criollo paceño, pero a su estilo”. Y ¡Olé!, si cabe.

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