martes, 8 de noviembre de 2011

Música de fondo para La Paz

Descender a la hoyada paceña desde siempre fue como adentrarse a un territorio mágico. Cientos de mamitas cargando el mundo a las espaldas entre sus awayos. Miles de ráfagas centelleantes atravesando a trompicones la serpenteante geografía de Chuquiago. Minúsculos coristas alcanzan las nubes a gritos, presagiando sin reparo el destino de transeúntes desesperados por abandonar la rutina y sumirse en las profundidades de su ciudad. Chojchos, jailones, cholas, intelectuales, trashers, emos, lustras, chicanos, punks, corbatudos, hippies, virlochas y otras tantas especies no catalogadas, recorren sin cesar las arterias de la urbe más viva del continente. Tal el marco que recibe a una de las bandas más exitosas del último año. Ningún otro podría ser mejor.

Las expectativas surgieron hace varios meses dentro las redes sociales. Un rumor sugería unirse a un grupo en Facebook para que la banda mexicana incluya Bolivia dentro su última gira. Con poca fe accedí a la invitación. No pasó mucho tiempo antes de que se confirmara la llegada de Zoé a Santa Cruz y La Paz. A pesar del escepticismo de varios, todo quedó dilucidado, una vez más la internet, a través de la página web oficial del grupo. El Teatro al Aire Libre “Jaime Laredo” sería escenario, el 29 de octubre, de uno de los mejores conciertos internacionales presentados en el país este año. La presentación de Zoé, sin lugar a dudas, deja un precedente memorable.

Uno de los contados legados que MTV le ha dejado a nuestra generación es la producción de los célebres Unpluggeds. Desde Nirvana a Charly García, pasando por Soda Stereo, Aterciopelados, La Ley, Café Tacvba, The Cure, Pearl Jam, Santa Sabina, Bob Dylan, Caifanes e incluso los Tigres del Norte, son solo algunos nombres dentro una lista larga e inolvidable. Obviamente, considerando la letanía de títulos, el desenchufado tuvo muchos altibajos. Entre las representaciones latinoamericanas, la de Zoé se ha valido de muy buenos comentarios convirtiéndose en uno de los discos más vendidos y mejor aceptados por la crítica internacional. Grabado el 5 de octubre de 2010 en los estudios Churubusco de la ciudad de México, con un montaje en el que se incluye el uso de 57 micrófonos de alta resolución, 75 canales para los instrumentos, 20 mezclas individuales de monitoreo y el genio del productor musical Phil Vinall (Placebo y algunas reconocidas bandas de brit pop), con el que la banda trabaja desde el disco Rocanlover (2003), son algunos de los antecedentes del especial acústico. Esas las magnitudes del concierto que presenciaríamos.

La alineación llegaba reducida, varios de los músicos que participaron en la puesta original de MTV se quedaban en Lima. Aún así las expectativas eran bastante altas. A las 7 de la noche ya se observaba una larga fila esperando ingresar al teatro. Tras dos horas de espera las puertas se abrieron y la presentación del primer Unplugged en Bolivia se sentía más cercana. Finalmente el telón es abierto. Unas pocas canciones del multiinstrumentista Chetes, reconocido músico mexicano (Zurdok, Vaquero) y el primer invitado al ensamble acústico, anteceden el espectáculo central. Al salir el telonero se apagan las luces y se desata la histeria de cientos de adolescentes y el aplauso uniforme de fans y amantes de la música. Ingresan primeramente los músicos bolivianos que acompañan el show. Luego, liderados por León Larreguí, ingresan Sergio Acosta, Jesús Báez y Rodrigo Guardiola, con la compañía de la virtuosísima Denisse Gutierrez (Lo Blondo, vocalista de Hello Seahorse) y Andrés Sánchez. La calidad del sonido y la luminotecnia deja completamente saldado el elevado costo de la entrada. Abren la noche con “Sombras” del último disco de estudio, Reptiletric (2008). Desde ya el ensamble con las cuerdas y los bronces resulta exquisito. En el transcurso del concierto comienzan a aparecer instrumentos exóticos como la mandolina, el banyo, el ukelele, un vibráfono y hasta una jaula de pájaro en el set de batería. Tímidamente los mexicanos se van apropiando del público paceño que corea sin cesar sus canciones. Momentos apoteósicos se alcanzan con “Labios Rotos”, “Dead” y “Nada”. Sin embargo, son “Infinito” y “Luna” las performances que dejan boquiabiertos a los miles de asistentes. La primera con una cromática futurista bien lograda, con un acople perfecto entre los bronces, minúsculos sintetizadores y órganos electrónicos. La segunda con un cariz ritualístico, una percusión potente dominando la base rítmica y el amplio registro vocal de Lo Blondo exhibiendo toda su destreza lírica. “Vía Láctea” y el híbrido “Poli-Love”, merecen menciones aparte por la calidad en los arreglos y la diversidad sonora que despliegan. Al instante de anunciarse el final en la voz de Larreguí, el concierto parece terminar con “Nunca”. Luego de unos minutos de espera, regresan al escenario para presentar dos canciones más, cerrando con la mítica “Bésame mucho” de Consuelo Velázquez.

Pocas cosas podrían cuestionarse a los artistas o la organización en sí. Ciertos problemas técnicos opacaron la interpretación de algunas canciones, provocando la molestia de Báez, quien en una ocasión abandonó el escenario al no ver solucionados los inconvenientes con uno de sus instrumentos. Estos desaciertos, por suerte, repercutieron mínimamente en el conjunto de la puesta.

El proyecto desenchufado de Zoé comenzó a trabajarse a mediados del 2010. A poco más de un año Bolivia recibió a los mexicanos en el mejor momento de su carrera, trayendo a cuestas un disco de platino, gracias a su último trabajo, y nominaciones a premios tan variados como los Grammy Latinos o los Premios MTV Europeos. Esperemos que conciertos de esta magnitud se sigan organizando en el 2012. Por lo pronto, queda esperar la presentación de Calle 13 el próximo 26 de noviembre.



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