domingo, 27 de febrero de 2011

Sting enmudeció a la Quinta Vergara

Todavía cuesta creer que por nuestro festival de galanes latinos, pachanga fácil y nostalgia efectiva haya pasado un número como el de a noche, inédito y desde ya imborrable.

Si los arreglos sinfónicos hasta ahora no pasaban de una obertura o un entremés con la Orquesta Festival, ayer por primera vez fueron eje y número completo de la mano de Sting, quien engalanó al certamen con un espectáculo de categoría mundial como es Symphonicity.

Acompañado de la Orquesta Sinfónica de Chile

—cuya sola presencia redobla el valor simbólico de la jornada—, el británico se paseó por algunos de sus principales éxitos en solitario y junto a The Police, en un recital de poco más de una hora que fue seguido con llamativa atención por el público, en el cual prácticamente no se vio “manito” ni cartel alguno.

Sting ingresó en el escenario cuando la Sinfónica, al mando de Steven Mercurio, ya entonaba las primeras notas de If I ever lose my faith in you, una pieza que de inmediato dejó en claro por dónde iría la noche.

Lo de Sting sinfónico no busca el arreglo empalagoso ni mucho menos la traducción de sus temas a versiones de sala de espera, como ha ocurrido en otros casos con este tipo de traslación. El británico, en cambio, relee con tino sus éxitos, plenamente reconocibles en esta nueva estructura, que se cimenta plenamente sobre lo que las mismas canciones ofrecen en sus versiones originales.

Más que a una sinfonía, la fórmula de Sting recuerda a la música incidental que autores como John Williams y James Horner firmaran en infinidad de cintas, en una épica que se hace especialmente notoria en el epílogo de Straight to my heart.

Pero si la atmósfera creada por la Sinfónica en esta última pieza logra erizar los pelos, la emotividad redoblada de They dance alone —el tema que el británico regalara a las madres de los detenidos desaparecidos de Chile— simplemente remece.

Every little thing she does is magic, el tono lúdico de Englishman in New York, una reposada versión de Roxanne y una intensa de Next to you fueron otras de las piezas que Sting ofreció anoche, y que el público premió con los cuatro trofeos disponibles.

Y aunque éstos son la compensación a mano y su entrega estaba escrita, hay algo que no termina de calzar. Debe ser que ante el carácter mayúsculo de lo visto y el aliento cortado de la audiencia, simplemente no hay Antorcha ni Gaviota que sea capaz de

corresponderlos.


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