domingo, 5 de diciembre de 2010

El II Festival Internacional de Saya Afroboliviana muestra su riqueza

LA CULTURA AFRO ROMPIÓ FRONTERAS Y RATIFICÓ SU ORGULLO ANCESTRAL

Coroico - Cambio

Jimena Mercado, enviada especial

Voces melancólicas que añoran su tierra, movimientos cadenciosos al son de tambores vibrantes, ritmo que circula por la sangre de mujeres y hombres de piel canela es el preámbulo del II Festival Internacional de la Saya Afroboliviana, con escenario en el municipio de Coroico, Nor Yungas del departamento de La Paz.

El gran evento que promueve el reencuentro y la integración de la comunidad afroboliviana nacional con sus similares de otros países vecinos, todavía se instalaba —hasta el cierre del presente despacho (23.30)— en el coliseo cerrado municipal por la intensa lluvia que cayó sobre esta región durante la tarde y gran parte de la noche, que inundó la cancha de fútbol donde estaba inicialmente programado el acto de reencuentro cultural.

Coroico recibió a cientos de visitantes que llegaron desde varios puntos del país. En buses grandes, minibuses, vehículos particulares y hasta en motos, los turistas coparon en pocas horas toda la oferta hotelera. Y es que no era para menos, pues el evento internacional incluye, de Bolivia, a la Saya Afroboliviana, al Grupo Vivencia y a Andesur; de Perú, a Marco Esqueche, Sangre Negra y Mandala; a la Batucada de Brasil, La Bomba de Puerto Rico, La Marimba del Ecuador, Orismas y el Candombe Uruguayo.

Desde Santa Cruz llegó la Comunidad Afroboliviana Caboz, integrada por mujeres jóvenes, las que se unieron en torno al arte, pero también por el orgullo por su origen. Cambio habló con Mair Tórrez, Jhanet Pérez, Pamela Pérez y Talita Huansuli, ésta última de África. “Hace poco hubo un festival en Santa Cruz, marcamos el territorio de que también somos parte de ese departamento”, dijo Mair, quien destacó el trabajo de la comunidad afro desde hace 20 años. A Pamela le emocionó retornar a su tierra yungueña luego de que su familia la llevara al oriente cuando apenas tenía cinco años, en busca de una vida mejor.

Por invitación del diputado afroboliviano Jorge Medina, la delegación femenina coincidió en la importancia del evento, pues permite reafirmar los lazos de una comunidad antes discriminada. Ahora cantan “tierra de oportunidades es Santa Cruz (bis), donde la ley del cruceño siempre será la hospitalidad”. Lo hacen en el pasillo de un céntrico hostal, mientras esperan inicio del evento.

Dos pisos arriba se escucha resonar el cajón peruano por Fernando Yupanqui, un joven talentoso que sentado encima del instrumento de percusión logra sacar la máxima energía de las bailarinas del ballet Sangre Nueva del Perú.

Ángela Yupanqui, limeña de nacimiento, afirmó sentirse muy orgullosa de interpretar el ritmo afro de su país y ser parte del ballet hace más de un década, institución que también acoge en sus filas a jóvenes bolivianos; un ejemplo es Daniela Méndez, la más alta danzarina del grupo. El ballet, bajo la dirección de julio Yupanqui Carrión, ofrece más de 20 coreografías, como la marinera, norteña y otras, pero Ángela señala sin ningún reparo que llegaron “a bailar esta vez la música negra”.

Las peruanas destacaron el encuentro internacional porque no siempre es posible reunir en un mismo escenario a las comunidades con descendencia afro, con sus propias características en cada país. “Es bueno ver cómo ha ido desarrollando y evolucionando lo que el ritmo negro en los diferentes países”, dijo Ángela.

Natividad Pinto llegó a Coroico junto a los residentes de Cochabamba, identificados con la comunidad afroboliviana. Dijo que desde hace dos años actúa con el grupo Amauchi. “Cada una de las comunidades tenemos nuestra propia personalidad, nuestro estilo de baile”, puntualizó. “Por lo menos ahora nos han dado nuestro lugar como negros, porque antes éramos rechazados, ahora ya tenemos por qué gritar y qué gritar. Somos una de las 36 naciones indígenas y estamos orgullosos de eso”, subrayó mientras saboreaba un café yungueño en una noche de lluvia permanente con calor humano.

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