domingo, 7 de noviembre de 2010

Vivir de la música, animar las fiestas es un buen negocio

Parecía una utopía en el país, pero ya ocurre, para unos más que para otros. Grupos electrónicos y folklóricos, orquestas y mariachis hablan de ello.

Nunca asisten a sus propias fiestas, pero van y alegran las ajenas. Son el alma de cualquier acontecimiento social y en los clubes nocturnos su presencia marca el ritmo de la diversión. Los grupos electrónicos, particularmente los cumbieros, están de moda y el hacer música con visión de empresa resulta un oficio en alza.

Por cada evento social al que ponen música cobran entre 100 y 1.500 dólares, dependiendo de su popularidad. Los más solicitados, como las agrupaciones Veneno o América Pop, ya tienen su agenda llena hasta mediados del próximo año.

Además de los ya citados, las orquestas Mámbole, San Francisco, Rumba 7; los mariachis Los Reales y Monterrey, y agrupaciones folklóricas, como Alaxpacha, coinciden en que un conjunto, cuando se dedica tiempo completo a la música, la actividad genera muy buenos ingresos económicos. No obstante, también hay temporadas bajas.

Por ejemplo, el grupo América Pop cobra alrededor de 1.500 dólares en temporada alta (años y meses pares) por un show de ocho horas, ya sea en sábado o domingo. A la semana, el grupo suele tener entre dos y tres presentaciones.

“Nosotros vivimos de la música, nos está yendo muy bien, no nos podemos quejar. Sin embargo, este oficio tiene temporadas altas y bajas, a las que cada uno ya está acostumbrado”, dice Luis Mamani, uno de los directores del grupo electrónico, cuya agenda está llena hasta mayo de 2011.

Mamani, quien además toca el bajo, señala que todos los integrantes de la banda asumen su entrega al trabajo, por lo que nunca suelen asistir a sus compromisos sociales personales, debido a que casi todo el año tienen presentaciones. “Ésta es nuestra principal fuente de ingresos”, recalca.

Para el manager del grupo Veneno, Wilder Andaluz, la clave para obtener el éxito en el mundo de la música es convertir al grupo musical en una empresa.

“Actualmente —comenta Andaluz—, muchos grupos toman a la música como un hobby o un momento de ganancia. Mientras que para nosotros es una empresa, que tiene un área de marketing y relaciones públicas. Además, cada grupo debe tener un directorio. Si sabes manejar bien tu empresa, te va bien económicamente”.

Por ejemplo, en Veneno existen reglamentos, estatutos y una estructura orgánica tal como en cualquier empresa, explica el manager. Cada integrante tiene una función determinada aparte de ser músico. “No sólo es ir y tocar en las presentaciones”.

Veneno es una de las agrupaciones de cumbia más exitosas del momento y, asimismo, una de las más caras. El grupo cobra alrededor de 1.200 dólares por hora en eventos sociales y su presentación en concierto cuesta 3.000 dólares. Normalmente, siete músicos y un cantante actúan en escena, aparte cuentan con 12 colaboradores, vale decir que en total participan 20 personas en cada show. La agenda de los intérpretes de Dame veneno está colmada hasta febrero de 2011.

Mámbole es otra de las agrupaciones más solicitadas del momento, aunque propiamente es una orquesta, pues incluye una y dos trompetas y un trombón en su banda. Tres cantantes y ocho músicos la integran, los cuales hacen bailar con ritmos tropicales, música folklórica e incluso del recuerdo.

De acuerdo con Armando Arano, tecladista y director de la orquesta, Mámbole cobra 1.200 dólares por tres tandas musicales, que equivalen a algo más de tres horas de show. Al igual que América Pop, estos músicos también tienen su agenda llena hasta mayo del próximo año. Para contratarlos hay que hacer la reserva al menos seis meses antes del acontecimiento.

“Nosotros somos músicos profesionales —cuenta Arano—, por eso el trabajo que hacemos es rentable y nos va bien. La mayor parte de los integrantes vive de la música que hace la orquesta”.

En criterio del director de la orquesta Rumba 7, Lucio Flores, hoy en día hacer música es un oficio bien remunerado, ya que en el transcurso de una semana se puede tener entre uno y tres contratos. En su caso, por un show de seis a siete horas cobran 1.200 dólares. En el escenario se desenvuelven tres cantantes y nueve músicos y la reservación se debe hacer un año antes del evento.

Pero no todos los músicos viven de la música. El líder de la orquesta San Francisco, Beni Mendoza, manifiesta que la mayor parte de los integrantes de la banda tienen actividades paralelas a la música; algunos son profesores, comerciantes o tienen empleos independientes. “El ingreso que se percibe por la presentación musical nos cae como una ayuda a la economía familiar”.

Por una presentación de seis horas, San Francisco cobra 800 dólares. Para contratarla hay que reservarla con tres meses de anticipación.

Tres condiciones

En opinión de Humberto Rodríguez, presidente de la Asociación Boliviana de Artistas Intérpretes y Ejecutantes de Música (Abaiem), hay tres condiciones que hacen posible que la música sea fuente de buenos réditos: entregarse a ella en cien por ciento, una administración organizada y, como no podía ser de otra manera, composición de un buen repertorio.

La actividad musical, como cualquier otra, demanda trabajo, subraya Rodríguez. “Si un grupo se lanza de manera accidental, vale decir, por el momento, será uno de esos tantos que no percibirá una buena ganancia ni logrará un resultado positivo en el ámbito musical”.

A los mariachis y a los grupos folklóricos tampoco les va muy mal cuando su trabajo traspasa los escenarios públicos y llega hasta los privados. Si bien no viven de la música, los ingresos económicos que perciben son un importante aporte a la economía familiar.

Por ejemplo, el mariachi Los Reales cobra 1.200 bolivianos la hora de presentación. En la semana tiene entre tres y cuatro contratos. El vocalista y director del grupo, José Luis Abán, afirma que la música no es un trabajo del que se pueda vivir, no obstante, ayuda al representar un ingreso extra.

El mariachi Monterrey cobra alrededor de 100 dólares la hora, un monto que debe ser dividido entre diez intérpretes. Su director, Primo Valdez, no se queja, pues el grupo tiene su agenda llena hasta fin de año.

En cuanto a los grupos folklóricos, como Alaxpacha, Willy Blanco, quien toca instrumentos de viento, sostiene: “No todos vivimos de la música, cada uno tiene su profesión. El trabajo no es tan bien remunerado, pero es aceptable”. Una fiesta con Alaxpacha cuesta 2.500 bolivianos la hora.

Sacrificio familiar

Pero no todo es fiesta en la vida de estos músicos. Ellos también tienen una vida familiar a la que suelen sacrificar a menudo por el trabajo, pues los fines de semana o en las celebraciones de fin de año es cuando más contratos tienen.

“Paciencia y confianza es lo que pedimos a nuestras esposas”, coinciden varios músicos citados en esta nota. “Todo éxito requiere un sacrificio”, subrayan.

Armando Arano, de Mámbole, manifiesta que, como su agenda de presentaciones está llena todo el tiempo, normalmente no participa en ningún acontecimiento social de su familia.

Willy Blanco, de Alaxpacha, dice: “Lo que más nos duele como músicos es no poder asistir a nuestras propias fiestas sociales, ya que todo éxito conlleva un sacrificio; mientras que nuestras amistades están disfrutando de la reunión familiar, nosotros estamos trabajando. En ese caso prevalece el trabajo y se deja de lado el compromiso social”.

Según Humberto Rodríguez, de Abaiem, el artista está comprometido con el público y ello representa una gran responsabilidad, incluso la necesidad de postergar la vida familiar.

Pero estar permanentemente en un ambiente de fiesta comporta también otro tipo de riesgos: bebidas alcohólicas y fans. Dicho de otro modo, los músicos tienen la fama de ser “bebedores y mujeriegos”.

Sobre el particular, los entrevistados coincidieron en que en cada grupo está prohibido el consumo de bebidas alcohólicas durante la presentación del show; sin embargo, al cabo de éste, sí es posible hacerlo. Esto es una cuestión personal, argumentan varios de ellos.

También es una cuestión personal que un músico responda a las invitaciones de las fanáticas. Wilder Andaluz, manager de Veneno, cuenta que “todo el público sabe que algunos integrantes del grupo son casados, pero a pesar de eso muchas de las admiradoras no respetan esa situación, ni se respetan a ellas mismas, e insisten. Por lo tanto, al músico no le queda más que seguirles la corriente”.

Este 22 de noviembre se celebra la festividad de Santa Cecilia, patrona de los músicos. En La Paz, el festejo, que incluye una misa en la iglesia de Asunción (Villa Victoria), es organizado por Abaiem. Cumbia, mariachi, música nacional y una variedad de ritmos marcan el paso de quienes alguna vez dejan sus instrumentos musicales, bailan y hacen suya la fiesta.

Fotos: Archivo La Prensa y gentileza de los músicos

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